En un país donde el fútbol vivía más de la garra que del orden táctico, un nombre cambió la historia desde adentro: Dušan Drašković. Nacido el 20 de junio de 1939 en Banja Luka, en la antigua Yugoslavia, el montenegrino llegó a Ecuador en 1988 con una maleta llena de libros, conceptos nuevos y una obsesión: modernizar el fútbol ecuatoriano. Y lo logró.