¿Desconocimiento? “Antes de gritar Barcelona, se gritó Chuchuca”, aseguró hace siete décadas el periodista Ricardo Chacón García para explicar la trascendencia del formidable delantero en la gestación de la ídolatria nacional del equipo amarillo del Astillero. Es que Sigifredo Agapito Chuchuca (1925-2003) fue en su momento casi tan popular como el club guayaquileño.
Por aquello este sábado, cuando los canarios recibieron al Orense (0-0), escuadra de la provincia en que Chuchuca nació, la institución pretende rendirle un homenaje al atacante con un mensaje publicado en sus redes sociales oficiales. Sin embargo, la intención se malogró porque se cometió un llamativo error.
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En X (antes Twitter) apareció este texto: “El primer ídolo de la historia de Barcelona Sporting Club, gracias por tu legado. ¡Te recordamos todos los días! Glorias de Barcelona SC”. Pero sobre el nombre de Sigifredo Chuchuca se colocó una foto de Enrique Cantos (1925-1996). La equivocación fue corregida posteriormente con una gráfica del formidable Cholo Chuchuca.
En X y Facebook
Mientras, hasta la publicación de esta nota, en el Facebook de Barcelona el yerro se mantiene: la foto del Pájaro Cantos permanece identificada con el nombre de Chuchuca.
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El atacante orense Chuchuca y el guayaquileño Cantos jugaron durante varias temporadas en Barcelona SC y son dos de los responsables de haber convertido, en 1949, en ídolo al cuadro torero.
Ambos fueron figuras decisivas en la obtención del primer galardón de Barcelona SC en su historia: el título provincial de 1950, disputado en el último certamen de la era amateur de Guayas. Chuchuca y Cantos también se coronaron el profesionalismo de Asoguayas, en 1955. El Pájaro Cantos extendió su exitosa carrera hasta 1960, año en que los del Astillero se estrenaron como monarcas del torneo nacional y el diminuto atacante fue goleador de Ecuador.
Dos definiciones
Así definió el periodista Mauro Velásquez Villacís a Chuchuca en su libro Historia de Barcelona SC (1986): “Fue el primer ídolo del ídolo. Bravo, hasta temerario. Metió la frente donde los demás no arriesgaban sus zapatos. Buen cabeceador, dueño de un notable pique corto, dejó sin reacción a grandes guardapalos nacionales y extranjeros. Llevó de la mano a Barcelona hasta el máximo sitial de la idolatría popular”.
A Cantos lo describió así: “La antítesis de Chuchuca. Pícaro, hábil, oportuno, buen manejador del balón, hábil fileteador, sus goles fueron muchos y los logró pese a su pequeña estatura y a su físico frágil”.
Forjadores de la idolatría
Ricardo Vasconcellos Rosado, en el libro Los forjadores de la idolatría, escribió esto de Chuchuca: “Para muchos es el símbolo y el heraldo de la idolatría. La rareza y la eufonía de nombre y apellido, su temeridad en el área, la ausencia de miedo ante alevosos defensas, lo convirtieron en la leyenda que dura hasta hoy. Contagiaba a sus compañeros esa fortaleza anímica que fue el detonante de la popularidad. Cuando el equipo estaba contra las cuerdas y al borde del nocaut, surgía la embestida titánica liderada por Chuchuca, que en un instante de fiereza ingobernable hacía los goles que bastaban para conseguir la victoria y dejar al rival con cara de velorio”.
De Cantos afirmó el historiador porteño en la obra referida: “Era la personificación de la astucia y picardía que solo se aprenden en la calle. Su jerarquía para repentizar y sorprender no ha tenido parangón. Pequeñito, con cara de vivillo, era capaz de la jugada más impensada, del pase imposible, así como del cañonazo que estremecía las piolas”. (D)