Se dice que si a una persona, después de su paso terrenal, se la sigue recordando, es señal de que hizo algo importante. No muere y mantiene permanente su imagen, huellas, obra y acción: un personaje eterno.

El pasado miércoles 9 de septiembre las Grandes Ligas le dedicaron un homenaje a Roberto Clemente, quien fuera un extraordinario jugador, luchador incansable por los derechos de los afrolatinos, benefactor, solidario y de gran calidad humana.

Aquel día, los integrantes de los Piratas de Pittsburgh pusieron en su uniforme el número 21 que usaba el pelotero nacido en la ciudad de Carolina, en Puerto Rico.

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Clemente fue un pelotero muy completo: seguro fildeador, por lo que sumó doce Guantes de Oro. Tenía certero y fuerte brazo, que enfriaba a muchos corredores rivales en su intento de avanzar más de lo debido.

Fue rápido corriendo las bases, por lo que lo llamaban la Cometa de Carolina, por su velocidad y ciudad natal. A la hora de batear, acumuló extraordinarios números, como los cuatro títulos de Mejor Bateador.

Doce veces seleccionado al famoso Juego de Estrellas, logró dos series mundiales, en 1960 y 1971, sumó 3000 hits, disparó 240 jonrones, impulsó 1395 carreras y anotó 1406, y fue elegido Atleta del Siglo XX en su país.
Una de sus grandes actuaciones fue la del 15 de mayo de 1967, cuando los Piratas se enfrentaron a los Rojos de Cincinnati y Clemente despachó tres jonrones y un doblete para impulsar un total de siete carreras.

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Pero su equipo perdió 7-8. Tras el juego, recibió muchas felicitaciones por su gran actuación y en declaraciones a la prensa señaló: “Hubiera preferido ganar el cotejo”.

Nunca se negó a dar un autógrafo. Dedicaba tiempo para dar charlas y clínicas, especialmente a niños y jóvenes de escasos recursos. Su mayor sueño era gestionar la construcción de una “Ciudad Deportiva” en su país, en la que los niños tuvieran acceso a instalaciones donde hacer deporte, contaran con implementos y entrenadores.

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Jackie Robinson, en 1947, ya había roto la barrera racial, pero las igualdades no fueron automáticas ni efectivas de inmediato. Los equipos se movilizaban en autobús y Roberto sufrió discriminación racial. Se negó a comer en el carro, porque los restaurantes no admitían a personas de color. Esto le molestaba y se convirtió en feroz defensor de los derechos de los negros y latinos.

Fue la figura clave para guiar a los Piratas a ganar una nueva serie mundial en 1971 frente a las Medias Blancas de Chicago, en siete cotejos. Bateó con mucha consistencia, realizó jugadas espectaculares y fue designado Jugador Más Valioso.

En 1972 hubo un terremoto en Nicaragua y en gran gesto de solidaridad logró enviar asistencia, pero se enteró de que desafortunadamente no llegó a los afectados, por lo que decidió llevar más ayuda de manera personal. El día previsto para el viaje estaba señalado para el 30 de diciembre, pero el vuelo no se realizó por la mala condición del tiempo, por lo que se pospuso para el día siguiente. Mientras todo el mundo en su país y en muchos lugares andaban en los preparativos por la llegada del año nuevo, Clemente estaba preocupado en volar hasta Managua. El día siguiente debió esperar varias horas hasta que mejorara el clima y sobre las 18:00 el avión pudo despegar. Pero a pocos minutos el aparato desapareció del radar y nunca se pudo encontrar su cuerpo. Toda una gran tragedia para el béisbol. Todo Puerto Rico se conmovió. Fue un duelo nacional y luego se conoció que hubo un exceso de carga.

En homenaje se ha puesto su nombre a estadios, escuelas, calles, hospitales, edificios públicos, monumentos, monedas acuñadas, artículos de recuerdos... La oficina postal de los Estados Unidos le dedicó una estampilla y le fue entregado post mortem, en Washington, la Medalla a la Libertad.

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Las Grandes Ligas crearon un premio en su nombre para reconocer al pelotero que se destaque en el juego y realice ayuda comunitaria. La Asociación de Cronistas no esperó los cinco años que exige el reglamento y lo eligió al Salón de la Fama en 1973, con lo que entró en la inmortalidad, porque su acción estuvo más allá del juego y su pensamiento y acción fueron ayudar sin ningún cálculo ni nada a cambio.

Roberto Clemente fue para Latinoamérica lo que Jackie Robinson para los afroamericanos. Entre sus muchas frases hay una que más gusta a sus admiradores: “Cuando tienes la oportunidad de mejorar cualquier situación y no lo haces, estás mal gastando tu tiempo en la Tierra”. Después de tanto tiempo, el número 21, su imagen, admiración, el accionar dentro y fuera del juego sigue vigente y glorioso. (O)