“Si me tengo que cortar un dedo por ganar el clásico de mañana, me lo corto, total me quedan cuatro”. Sin las canas ni el vientre prominente que hoy lo acompañan, Bielsa apeló a esa frase para tocar el orgullo de sus dirigidos de Newell’s Old Boys previo a una visita al eterno rival Rosario Central en 1990.