Fue el Clásico del Astillero de las primeras veces en varios aspectos: se realizó sin público –como se juega en todos los estadios del país desde que se reanudó la LigaPro, como medida para prevenir la propagación del coronavirus–, nunca antes se había anotado un gol de penal al estilo (Antonin) Panenka –es decir, picar el balón al cobrar la falta, como lo hizo el jugador checo en la final de la Eurocopa de 1976, ganada a Alemania– y así entró en la historia del tradicional duelo Fidel Martínez.