Tras la fallida negociación con el uruguayo Guillermo Almada, actual DT de Santos Laguna de México y quien no habría llegado a un acuerdo económico con la Federación Ecuatoriana de Fútbol, el nombre de Gustavo Alfaro toma fuerza para convertirse en el nuevo DT de la Tricolor de cara a las eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar-2022 y la Copa América pospuesta para 2021.

El argentino se caracteriza por ser un entrenador que prioriza el orden defensivo de sus equipos y ser efectivo en el contragolpe. Sin duda, un estilo opuesto al de Almada, quien era la primera opción de los directivos de la Ecuafútbol y al que le gusta la posesión, el juego ofensivo permanente y el buen trato de la pelota.

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“Políticamente correcto. Didáctico. Docente para explicar su filosofía. Respetuoso de las demandas de hinchas y periodistas. Conocedor del mundo del fútbol, de sus sentimientos, luchas y miserias”, así describe el diario Clarín de Argentina al extécnico de Boca Juniors. Con 58 años, Alfaro se desempeña como comentarista para la Cadena Caracol de Colombia a la espera de una nueva oportunidad de trabajo.

A raíz de su posible llegada al fútbol ecuatoriano, surgen varias preguntas. ¿Qué clase de DT es Gustavo Alfaro? ¿Cómo es su filosofía? ¿Cómo gestiona dentro de un camerino?

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Gustavo Alfaro es de los entrenadores que mantienen la filosofía de que “los equipos se arman de atrás para adelante”, priorizando evitar las llegadas con peligro del contrario. Partiendo de allí, su forma de hacer daño es el contraataque. Aprovechar los espacios dejados por el rival para explotarlos con jugadores veloces. Juego muy directo, de poca elaboración, pero siempre buscando ser eficaz. Tácticamente, Alfaro emplea el 4-4-1-1 y 4-5-1; un medio campo poblado para evitar fluidez del contrario, recuperar la pelota y tener varios elementos con los cuales se pueda armar un ataque rápido y efectivo.

En zona de ataque, a Alfaro le gusta el juego directo con pelotazos al espacio y le agrada tener a un delantero centro con características de pivoteador, con capacidad para jugar de espaldas y aguantar la marca. Un ejemplo reciente es el de Wanchope Ábila en Boca Juniors -también lo dirigió en Huracán-, a quien Alfaro prefería en lugar de Carlos Tévez o Mauro Zárate. Las mejores campañas del argentino las hizo en los equipos denominados chicos o de menor presupuesto.

Dirigió a Atlético Rafaela, Patronato, Quilmes, Belgrano, Olimpo, San Lorenzo, Arsenal, Rosario Central, Tigre, Gimnasia, Huracán y Boca. Con Arsenal ganó la Copa Sudamericana en 2007, el torneo Clausura del 2012, la Copa Argentina y la Supercopa Argentina. Cuando asumió Huracán el equipo estaba en zona de descenso y lo terminó clasificando a la Copa Libertadores 2019. Solo ha tenido una experiencia en el exterior, en 2009 dirigió al Al-Alhi de Arabia Saudita.

“Los entrenadores somos como los médicos clínicos, porque tenemos que tener la capacidad de diagnosticar correctamente. Muchas veces los dirigentes no solo se bajan del tren, sino que terminan tirándole piedras al tren”, explicó una vez Alfaro sobre la relación de los estrategas con los directivos.

Su última experiencia como DT, en Boca Juniors, no fue del todo fructífera. Los xeneizes buscaban recuperarse de la derrota sufrida en la final de la Copa Libertadores 2018 ante su clásico rival River Plate y pasaban de un estilo ofensivo como era el de Guillermo Barros Schelotto al equilibro que proponía Alfaro. Dirigió 50 encuentros oficiales: 12 en la Copa Libertadores, 28 por Superliga, uno por Supercopa, dos por Copa Argentina y siete de la Copa Superliga. Alcanzó 27 triunfos, 16 empates y 7 derrotas (64,67 % de efectividad).

A priori, una efectividad muy buena. Sin embargo, se terminó yendo de Boca. Su propuesta de juego no gustó a los hinchas y después de caer ante River se despidió diciendo que “era el momento de recuperar la vida”. Para el Clarín, al DT le resulta “más fácil” hacerse cargo de planteles que no tengan varias estrellas.

Nunca ha dirigido a una selección y en caso de firmar con la FEF sería su segunda experiencia en el exterior y la primera en un combinado nacional.

(D)