Julio Bardales García (39 años) –hijo del exdefensa de Barcelona del mismo nombre, el recordado Cacho Bardales, bicampeón canario en 1980 y 1981– vivió una etapa de éxitos en el voleibol de sala y de arena de Guayas y Ecuador (tal vez la última de dominio para este deporte a nivel provincial). Hoy es director de deportes del Liceo Los Andes y transmite sus conocimientos en la escuela de voleibol, en Puerto Azul. Bardales ganó los títulos del Circuito Sudamericano de Voleibol de Arena, junto con Antonio Rodríguez, en el 2005 y 2008, en Esmeraldas, con Daniel Maldonado. Con este voleibolista también logró plata en los Juegos Bolivarianos de Sucre 2009, Bolivia; y en el Sudamericano de Medellín 2010. Dice que era malo para el fútbol, actividad en la que su padre hizo un nombre.

Usted desapareció del voleibol de forma repentina.
Llegó un momento en que dije ‘hasta aquí el deporte’. Debía enrumbarme en la parte académica. Quería ser entrenador y me daba cuenta de que había ciertas cosas que necesitaba conocer en la universidad.

¿Usted jugaba y estudiaba?
Sí, pero a medio semestre me tocaba abandonar la carrera por los viajes y concentraciones que debía cumplir.

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¿Jugaba y trabajaba?
Sí, tenía trabajo, pero me pasaba lo mismo que en los estudios porque me tocaba dejarlos ya que debía viajar y me alejaba hasta por diez meses. Pero no me arrepiento porque el sacrificio es parte del deporte.

¿Logró muchos éxitos?
Como deportista me saqué el clavo porque gané muchas cosas que al inicio no. Fui a tres mundiales, estuve en Bolivarianos, Juegos Panamericanos, Circuitos sudamericanos.

¿En qué año se retiró?
En el 2010, pero a veces juego.

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¿Sirvieron los títulos ganados?
Sí, porque me ofrecían trabajo como profesor de Educación Física, pero como no tenía título no podían contratarme.

¿Cuál considera su mejor participación como jugador de voleibol de arena?
Cuando ganamos los Circuitos Sudamericanos. Entrenamos en Brasil, Argentina y Cuba.

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En el voleibol de sala se paseó con la selección de Guayas.
Ganamos los títulos de la categoría mayores en el 2001, 2003, 2005, 2007, 2009 y 2010.

Su papá fue futbolista, ¿por qué no siguió ese ejemplo?
Quizás su sueño era que sea futbolista, pero me enamoré del voleibol. Jugaba fútbol en el recreo del colegio y entrené en la selección de la ANAI. Me decían Ebelio porque era malísimo, pero siempre hacía goles.

¿Cuándo llega al voleibol?
En 1993, en la ANAI. Nos invitaron a ver un amistoso entre San José La Salle y ANAI. Nunca había visto jugar voleibol y quedé maravillado, me enamoré y dije quiero aprender a jugar.

¿Cuándo debutó con Guayas?
Fue en los Juegos Nacionales de Machala, en el 2000, tenía 19 años. Era novato y el DT Carol Elizalde creyó en mí y me puso de titular en el equipo sénior.

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¿Qué diferencia hay de su época como jugador y la actual?
En mi época había muchas competencias y en la actualidad no hay torneos continuos.

¿Cómo se puede mejorar eso?
Con proyectos de masificación y competencias, sí. No son necesarios muchos recursos.

¿Cuánto influye un dirigente para reactivar el voleibol?
En el 99 %. Es quien resuelve todo. Yo puedo entrenar, pero si no compito, si no hay un buen entrenador no basta. En mi época, el presidente Patricio Sandoval conseguía viajes a Cuba, Argentina, Brasil, hasta de diez meses. Hacía autogestión; ahora los dirigentes esperan que les den todo, pero sin hacer nada.

Ahora los deportistas reciben dinero mensual.
Les pueden dar un sueldo fijo, pero no creo que les alcance; no sé si les pagan a tiempo porque cuando yo jugaba formé parte del proyecto y se atrasaban hasta seis meses.

¿Y qué pasa con los torneos intercolegiales en el Guayas?
Se hace un trabajo maravilloso, pero lamentablemente cada vez son menos los colegios que participan en esos torneos. (D)