El día en que lo iban a ‘matar’ a Hernán Darío Gómez –parafraseando a García Márquez en el inicio de Crónica de una muerte anunciada– todos estábamos tensos. Los diarios, emisoras de radio y canales de TV en sus espacios deportivos solo hablaban de lo que le esperaba a Gómez. Y el pobre pensando que los pasillos de la Federación Ecuatoriana de Fútbol eran el corredor de la muerte. Posiblemente este día madrugó, tal vez no durmió bien, y ese cafecito tan colombiano que suele tomar por las mañanas no le resultó tan placentero.