Washington ‘Chanfle’ Muñoz, 40 años luego del último golazo en Barcelona SC

Al final, 101 goles . Ni siquiera 40 años después de que Washington Muñoz defendió por última vez la camiseta de Barcelona, ha surgido un delantero canario más letal que el 'Chanfle'.De “disparo indescifrable” y con un “efecto y violencia terroríficos”, la leyenda torera puso fin el 11 de abril de 1979 –en un amistoso contra Peñarol (1-0), en el que Muñoz anotó el gol del triunfo– a su etapa como insuperable futbolista del club al que le dedicó 15 años , toda su carrera, de profesionalismo.“Se va Muñoz, pero sus ejecutorias quedarán para siempre: para unos en las retinas y para otros en las páginas que recordarán sus actuaciones brillantes”, señaló EL UNIVERSO sobre el juego de despedida en el estadio Modelo al también exseleccionado de Ecuador y campeón provincial y nacional con los canarios, de paso glorioso e imborrable por las filas de los amarillos. ¿Qué recuerda más de aquel adiós hace 40 años? Que quería hacer un gol de despedida. Era yo quien cobraba los tiros de esquina e intentaba anotar así (olímpico, como lo hacía en ocasiones). Pero en un saque no me dejaron cobrar y me puse molesto. Me quedé fuera del área. En el lanzamiento, Fossati (Jorge, exarquero de Peñarol y luego técnico de Liga de Quito) la intentó rechazar con el puño y me cayó a mí. No hice más que pegarle de media volea y la metí en el rincón. Usted llevaba un par de años retirado y fungía de asistente del peruano Marcos Calderón en Barcelona, ¿qué le dijo entonces el técnico? Que me prepare, que iba a jugar 30 minutos. Pero yo quise seguir jugando después del gol (minuto 26). Él estaba desesperado porque ya tenía el cambio listo. Me llamaba desde la raya y yo le decía que iba a seguir. Finalmente, me sacó Calderón. Le pregunté por qué, pues yo quería anotar un gol más. Me respondió que me sacaba del partido porque íbamos ganando y cualquier cosa que pasara yo ya no iba a estar (en la cancha), y en mi despedida tenía que ganar. ¿Se acostumbró a hacer goles en su carrera? Siempre fui goleador. Por eso me compró Barcelona, luego de que el Real Madrid vino a jugar en el Modelo (amistoso, en 1961). Jugábamos en el preliminar la selección amateur de Guayaquil contra la de Daule, en un torneo intercantonal que ya no existe. Fui goleador de ese campeonato y vencimos a Daule por 6-0. Yo hice goles. En su juego de despedida, Muñoz dejó tendido al golero de Peñarol, Jorge Fossati (c), con un disparo de volea en el estadio Modelo. ¿Cómo era en la cancha? Primero fui centrodelantero. Pero después de 1965 intercambiamos posiciones con Félix Lasso, quien estaba en la derecha. El Chema Rodríguez (José María, exentrenador uruguayo de Barcelona y la selección de Ecuador) me utilizó como puntero derecho. Yo era más táctico; no era rápido, pero llegaba y centraba bien, le pegaba bien, hacía pases de 40 metros. Incursionaba en diagonal, siempre en busca del arco. Tenía la virtud de que le pegaba muy bien con el borde externo. Eso era muy difícil. Y yo lo hacía a la perfección. Después perfeccioné el borde interno. ¿Para qué pie izquierdo ya? (Entre risas). ¿Cuál de todos sus goles le gusta recordar más? Todo el mundo recuerda el que le hice a Santoro (José, golero de Independiente de Avellaneda; un “formidable disparo de chanfle” de tiro libre en semifinales de Copa Libertadores de 1972) y yo no puedo quitárselo al hincha. Sabrán refutarme, pero creo que anoté un gol maravilloso al Benfica (amistoso, agosto 20 de 1967 en el estadio Modelo). Fue de mis primeros goles internacionalmente. Ni yo mismo me imaginaba que podría hacerlo así, con el borde externo. Fue casi un córner, con la pelota andando. Benfica trajo a seleccionados de Portugal que fueron terceros en el Mundial 1966. Entre esos seleccionados el legendario Eusebio. En mi celebración del gol, él apareció detrás de mí. Me seguía. Yo no sabía cómo iba a proceder o qué iba a decirme. Me abrazó y me dijo que ni él, pese a haber sido el goleador del campeonato del mundo, había hecho un gol así. Me lo dijo en portugués, pero yo lo entendía pues Gradym (exentrenador de Barcelona) me enseñó porque quería que yo fuera al fútbol de Brasil. Me enseñaban él y su hija en su casa. No es (un idioma) tan difícil, además. Lo entiendo. ¿Por qué, pese a su calidad, nunca salió al exterior? Barcelona nunca me dio la oportunidad. No sé por qué. Yo quería jugar en el extranjero. Ya habían salido Alberto Spencer, Enrique Raymondi, Jorge Bolaños… Mi ambición era sacar a mi familia. No porque se viviera mal, sino porque quería lo mejor para ellos. Habría que preguntarles a los dirigentes por qué no me vendieron. Hay quien me dice que fue porque tenían miedo de que les fueran a tirar piedras porque me vendían a mí, la figura. ¿Alguna vez temió que llegaran a batir su récord de goles con los canarios? Actualmente dura muy poco un jugador (artillero) en Barcelona; yo jugué 17 o 18 años. Pero sería un orgullo que alguien me supere, porque sería en bienestar del club. Tendríamos más títulos. Me siento bien, orgulloso de haber hecho tal número de goles, que pudieron ser más. Pero tuvimos pocas participaciones internacionales, que más eran amistosos, pues eran muy pocos los clubes que participaban en la Copa Libertadores al comienzo (solo un representante por país desde 1960. Desde 1966 se se aumentaron a dos clubes). Carnet de Washington Muñoz en la Asociación de Fútbol del Guayas, expedido en su primer año de profesionalismo. ¿Por qué se retiró a los 33 años (desde 1977 ya no jugaba oficialmente)? Podía seguir jugando. Chema Rodríguez me decía que podía hacerlo, de volante, de frente al arco. Pero no me convencía porque no había practicado. Yo era propenso a subir de peso. Anteriormente descansábamos tres meses entre campeonatos si no participábamos en Copa Libertadores. Yo me iba a pasar vacaciones a Bahía de Caráquez, donde me divertía con la familia de mi esposa. De allá venía subido de peso. Me significaba un esfuerzo enorme bajar de peso. ¿Es cierto que los rusos quisieron investigar qué tenía usted en el pie derecho para pegarle con chanfle al balón? Fue en un partido contra la selección de los Dinamo. Ganábamos con doblete mío (2-0), muy bonito. Me cambiaron y fui al camerino. Una vez allí, mientras me sacaba los zapatos, entraron dos personas y me cogieron el pie. Yo forcejeaba y el utilero protestó, preguntó qué querían hacer con mi zapato. Uno de ellos era el intérprete y nos supo responder que querían ver qué tenía en el pie y en el zapato. Me lo revisaron. Y eso para mí fue un orgullo. Nunca habían visto en el fútbol algo como lo que hice. (D)

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