José Tamariz Crespo recibió un Barcelona con todo tipo de problemas cuando asumió la presidencia del club, en 1978. Pero tras aplicar ahí su exitosa experiencia empresarial acabó con una racha de nueve años sin títulos al obtener en 1980 una corona inolvidable. Le sumó el bicampeonato en 1981 en una gestión que le otorgó, al retirarse, una talla moral indiscutible como directivo. Le “di estabilidad al equipo, pagué cumplidamente los sueldos y los premios y mantuve la disciplina a toda costa”, contó. En charla con este Diario, Tamariz aseguró que mezclar política con los intereses del club “le hace daño a la institución”. Pidió que las cuentas sean ‘transparentes’ y que se entreguen cada vez que el socio las pida. También opinó sobre la denominación de Barcelona como “marca política”, hecha por José Francisco Cevallos, titular torero y precandidato a la Prefectura del Guayas.

¿Le parece que “Barcelona es una marca política”?
Eso está mal. Marca política significa que el directivo que va a Barcelona va a usar el club como trampolín para llegar a un puesto político. Eso es un error. Puede ser visto (Barcelona) por algunos
como una plataforma para catapultarse a una posición política, pero eso a la institución le hace daño porque el directivo no actúa en función de los mejores intereses del club, sino de los intereses de la agenda que él tiene. Creo que eso hay que combatirlo a fondo.

Cevallos, precandidato para la Prefectura del Guayas, aparece en actos del movimiento En Buenas Manos. ¿No es incorrecto que lo haga siendo él presidente de Barcelona?
Le pido que me excuse, yo no puedo al presidente refutarle normas de conducta. Cevallos es un tipo inteligente y creo que debe tener buen criterio de saber qué es correcto y qué no. Él debe
ser capaz, y creo que lo es, de poner un corte limpio entre lo que es política y lo que es dirigencia de Barcelona. Hablé con él antes de las elecciones (del 2015) y cuando él me dijo ‘qué me aconsejas’, yo le dije ‘nada’. Eso (mezclar política con deporte) es una cuestión que los socios deben curar si alguien no está en línea. El directivo de Barcelona no
debe meterse en política.
Lo que sí le sugerí fue que pusiera orden en los sueldos.

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¿Está de acuerdo con que Cevallos adelante las elecciones de Barcelona si gana o no la Prefectura?
No sé de eso. Creo que la política del club debe ser una que esté en concordancia con la vida institucional y con los ciclos y tiempos que han sido establecidos. La candidatura (a la Prefectura) y la presidencia de Barcelona son caminos que se cruzan y que no deben andarse. Creo que para Pepe Pancho es complicado. Puede encontrarse con decisiones que tiene que tomar y que pueden lucir políticas. Eso puede generarle problemas a él como presidente de Barcelona, porque pueden ser circunstancias que pueden rebotar contra el club.

¿Por qué los socios deben esperar hasta marzo del 2019 (tras las elecciones seccionales) para saber el monto real de la deuda?
Las cuentas del club deben estar listas cada mes y si hay una asamblea general que pide cuentas, o quiere un informe económico, eso lo debería poder tener en cualquier momento, porque si no está la contabilidad al día... Debe (ser) cuentas claras y chocolate espeso. La obligación de un dirigente es dar cuentas de lo que él ha asumido y tiene encargado. Hay preocupación en los socios, porque de lo que he podido leer en los medios dicen ‘cómo es posible que la deuda fue tanto y ahora es tanto’. Pero eso lo pregunta quien no administra y no lo ve claro. No son dos reales, son decenas de millones de dólares. La directiva debería explicarlo para que las cuentas sean transparentes y no haya desconfianza o fricción entre directivos y socios.

Cevallos dice que la deuda de $ 40 millones es una cifra falsa y que la inventan los medios, pero la cifra la dio Juan Alfredo Cuentas (vicepresidente financiero).
Yo no he ido (a las asambleas de Barcelona) por razones de salud, no asisto a las juntas generales. Pero he visto que hay pedidos de los socios de que les expliquen por qué se ha gastado determinada cantidad de dinero. Eso debe ser  informado y los estatutos de Barcelona, de lo que yo recuerdo, hablan de la obligación de los directivos de rendir cuentas cuando los socios las pidan.

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Si la dirigencia le pidiera un consejo para sanear las deudas, ¿qué propondría?
Ahí hay un problema. Si usted paga lo que debe, pero sigue haciendo mal los gastos, ¿qué va a pasar? Que saneará las deudas, pero a los dos meses estará con la soga de nuevo al pescuezo. O sea, hay que poner orden. Yo no puedo opinar sobre lo que está sucediendo en el manejo de Barcelona y sería un poco ligero e irresponsable de mi parte decir que está mal manejado. Pero algo debe estar fuera de orden cuando los ingresos y los egresos no se equilibran. Creo que ahí lo que hay que analizar es si están arropándose con una sábana que es muy corta para quienes tienen las piernas más largas. Entonces tiene que corregirse eso. Está fuera de sitio pagar sueldos que no se ganan siquiera en Argentina, donde el fútbol tiene otro nivel. Barcelona es una máquina de hacer billetes. Cuando yo entré a Barcelona (1978) había problemas de liquidez. ¿Qué hice? Vendí publicidad para que se anuncie en la camiseta. Me dijeron que yo había prostituido a la institución vendiendo esa publicidad.
El problema de ahora no es falta de ingreso, el problema es un exceso de gasto. Barcelona está gastando
más dinero de lo que debe.

¿Cuando usted presidió Barcelona habría podido ser a la vez gobernador y luego candidato a elecciones seccionales?
Fui presidente de Fedexpor, (Federación Ecuatoriana de Exportadores), que es un gremio. Yo nunca actué en política. No me va a encontrar usted un caso en el que haya habido una reunión política donde José Tamariz Crespo, presidente de Fedexpor y de Barcelona, haya estado presente. Los estatutos de ambas instituciones me mandaban a no involucrarlas políticamente.

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¿Tras su éxito en Barcelona buscó ser candidato a algo?
Terminé la presidencia y tuve propuestas de dos o tres partidos políticos para correr para prefecto y para legislador, y les dije: gracias, pero no. No mezclen el fútbol y mi trabajo en Barcelona con política.
Yo no fui a Barcelona a servirme, fui a servir a mi institución y eso hice.

¿Por qué pagar las deudas es hoy una misión casi imposible en Barcelona? En su época no lo fue.
Pasa cuando los problemas, cuando no se analizan, hay que ver causa y efecto. Yo no creía que los problemas de Barcelona fueran económicos, eran consecuencia de un mal manejo, de una mala organización. Cuando llegué a la      presidencia lo primero que hice fue arreglar todas las deudas que había. Lo primero que recuperamos fue la credibilidad y la imagen de la institución. Usted no puede tener una institución como Barcelona morosa, insolvente, porque nadie le da crédito. Lo segundo que hice fue mirar los problemas de fondo y atacarlos radicalmente.
Todo lo que invertimos en cuatro años para tener esos resultados fueron $ 100.000 Cuando salí le entregué a (Isidro) Romero Carbo el equipo listo para ser tricampeón (en 1982). Estábamos invictos y faltaban por jugarse ocho partidos, ¿cuántos puntos sacó Romero? 4 de 16 (dos unidades por victoria). Terminó la vuelta con 21 y tuvo un punto de bonificación para la liguilla. La liguilla fue un desastre y botó a medio equipo y ahí metió a los juveniles para terminar
el campeonato. Él contrató jugadores de afuera que parecía una banda de rock.

¿Le ve todavía opciones a Barcelona de terminar primero de la segunda etapa del campeonato?
Creo que Barcelona tiene los jugadores que pueden hacerlo, pero debe haber la actitud que se haga coincidente con ese objetivo. O sea, mientras usted tenga futbolistas a los que les valga el resultado, usted no puede aspirar a ser primero. El primero es el que siempre tiene ganas.

¿Cuáles son las diferencias entre el Barcelona que usted presidió, entre 1978 y 1982, y el actual?

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En alguna medida el fútbol anterior tenía otra actitud. No era solamente el dinero, era el amor a la camiseta y creo que eso se veía en Juan Madruñero, en Julio Bardales, en jugadores que nacieron en Barcelona. Eso realmente es lo que hizo al equipo ídolo, por un lado. Y por otro lado hacía que el público vaya al estadio. En el tiempo que fui presidente nunca jugamos con menos de 13.000 espectadores en el estadio. Hoy día abre las puertas y de repente no tiene ni a los pavos.

¿Por qué en la actualidad es difícil fichar jugadores de la talla del brasileño Víctor Ephanor?

Porque esos no se dan como grosellas. Ephanor es un jugador fuera de serie, era un maestro. Cuando vino Escurinho a Barcelona él nunca había visto jugar a Ephanor, ni sabía de la existencia de Ephanor. Pero ¿qué pasó? Ephanor había sido seleccionado juvenil de Brasil y fue a jugar a Medellín, y lo vieron en Colombia y lo compraron. Entonces su carrera fue toda hecha fuera de Brasil. Si Ephanor se quedaba en el fútbol brasileño seguro que habría sido integrante de alguna selección. Eso yo creo que es una de las razones por las que pudimos tener a este jugador (llegad en la presidencia de Miguel Marchán, en 1977). (D)