No hay duelo futbolístico en el mundo que se parezca al Boca Juniors-River Plate. Una rivalidad tan apasionante que se verá potenciada hoy cuando los dos clubes argentinos se enfrenten en el estadio la Bombonera, en el primero de los dos duelos por la final de la Copa Libertadores, algo inédito en la historia del centenario torneo continental.

Esta definición pone hoy al clásico Boca-River en una categoría aparte a otros duelos emblemáticos del fútbol mundial, como Real Madrid y Barcelona, el cual atrapa a millones por su glamur y figuras, pero que nunca se cruzaron en el partido por el título de la Champions.

“Boca y River han puesto al fútbol argentino en un lugar donde nunca antes había llegado. Un fútbol argentino muy castigado a nivel de selección por los resultados... más allá de lo que pase, hoy el mundo habla de esta final y es un gran logro”, destacó Guillermo Barros Schelotto, el DT de Boca. “Se va a jugar un partido especial, histórico, y somos privilegiados de vivirlo”, coincidió Marcelo Gallardo, técnico de River.

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Boca aspira a ganar la séptima Libertadores y así igualar el récord de su compatriota Independiente, apodado Rey de Copas. River ha ganado tres.

Cada clásico es diferente y en una final no cuentan los antecedentes, pero River está un paso adelante en el pronóstico, pues muestra un juego colectivo consolidado, con una dupla de centrales (Jonatan Maidana y Javier Pinola) que asume grandes riesgos en el mano a mano. En el medio campo, Gonzalo Martínez, en estado de gracia goleadora ante Boca, y Exequiel Palacios son los más dinámicos del equipo. Y en ataque, el colombiano Rafael Santos Borré ha sido determinante en las últimas series de la Libertadores. Todo equipo aspirante a campeón necesita de un arquero firme. Franco Armani, desde que llegó a River a principios de este año, completó todos los casilleros del puesto.

Boca no luce como conjunto, pero se recuesta en la abundancia de sus figuras. Se da el lujo de dejar en la banca a Carlos Tévez, Fernando Gago y al colombiano Edwin Cardona. En ataque tiene a sus dos goleadores Ramón Ábila y Darío Benedetto en gracia. Este anotó tres tantos en la serie de la semifinal ante Palmeiras.

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Esta final ha alterado los ánimos en Argentina, donde la mayoría de su población de unos 40 millones de habitantes divide su pasión entre River y Boca, y por hoy el mundo del fútbol, amante de los grandes clásicos, también deberá dividir su preferencia. (D)