En nuestras columnas hacemos observaciones y formulamos hojas de ruta que conduzcan hacia el norte correcto a deportistas e instituciones, que tienen el deber de enrumbar sus objetivos a planes estelares y de congratularse con una afición ávida de ejemplares performances a nivel internacional.

Estamos cerca de un mes histórico –enero– para elegir a un nuevo directorio y al presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Hoy se comenta que tal organismo está sin brújula, que deben darse cambios, que afloran decisiones inseguras y hasta los propios fanáticos insisten en ver caras nuevas con profundos conocimientos en la materia. No petimetres ni ególatras que abundan en el deporte.

Por haber transitado más de 50 años en el fútbol, seguir promocionando programas de masificación y considerarme un hincha más, voy a lanzar/proponer a un caballero del deporte del ayer, hoy y siempre para tan alta dignidad y bien puede ir como representante de un club profesional. ¿Cuál es su nombre?

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Es Antuco Andretta, versátil en el campo del fútbol; ha manejado con suprema altura y resultados positivos la Asociación de Fútbol del Guayas; pasivo de carácter y de profundo entendimiento desde las bases hasta el profesionalismo del balompié.

Y agregamos algo: su entorno, a más de relevante en cargos públicos, se lo considera como una persona poderosa en ideas y amistades; elude los litigios y los resuelve con mesura en la mesa de diálogos. Su sensatez es no poseer grandezas, más bien su grandeza y visión están por servir a la Patria y porqué no al fútbol.

Podemos seguir sumando realidades en su perfil que lo ha orientado a ser un digno padre, profesional en leyes y notable como dirigente.

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¿A qué aspira el fútbol? A una persona que regule,que irradie armonía, conduzca, invada y coloquea nuestro balompié en el podio de los vencedoresen las justas ecuménicas. Y tal responsabilidad,con suprema ética, la posee Antuco Andretta. No más palabras… (O)