La UEFA tomará su decisión este jueves en Nyon (Suiza), una elección con tantos intereses deportivos como políticos. Más que la calidad de los estadios o de las infraestructuras de transporte, son en efecto las problemáticas más extradeportivas las que se tendrán en cuenta a la hora de tomar una decisión.

Rivales para organizar la Eurocopa-2024, Alemania y Turquía están relacionados históricamente por la presencia de una gran comunidad turca en Alemania, en momentos en los que la cuestión migratoria divide al país.

Tres semanas antes del Mundial de Rusia una foto dio paso a la polémica: los internacionales alemanes Mesut Özil e Ilkay Gündogan, ambos de origen turco, posaron con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

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Los dos jugadores recibieron multitud de críticas, lo que llevó a Özil a anunciar su renuncia a la Mannschaft, denunciando ser víctima del "racismo y de la falta de respeto".

El presidente de la Federación Alemana (DSF) Reihnard Grindel insistió en que la política debía quedar al margen del fútbol, pero el contexto enrarecido no desapareció durante la campaña por organizar la Eurocopa.

No obstante, en su informe de valoración de la candidatura alemana, destaca un dosier "de muy alta calidad" y una visión basada en la idea de que "el fútbol puede unir a la sociedad".

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Con 10 estadios ya construidos, el país estaría capacitado de sobras para organizar los 51 partidos del torneo y acoger a los 2,7 millones de espectadores previstos.

Al mismo tiempo, si bien la UEFA estima que la candidatura turca "se adecúa a los objetivos a largo plazo de la UEFA", la instancia no deja de mostrar su preocupación por la degradación de los derechos humanos y la situación económica del país.

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"La ausencia de un plan de acción en el ámbito de los derechos humanos despierta inquietud", según la UEFA, que añade que "no se ha presentado ningún proyecto específico en relación con la Eurocopa para asegurar la protección de los derechos humanos". (D)