No acostumbro asistir a triviales actos en donde durante cada minuto se llena de lisonjas, aplausos y condecoraciones a los homenajeados, en su mayoría preelaborados con alguna consigna.

Siempre la verdadera regla de la amistad tiene una excepción. Fui el jueves pasado a cumplir con una invitación del club Diana Quintana, un escenario que se ennoblece en su infraestructura deportiva y que tiene al frente a uno de los personajes más polémicos, de buena alma y radiante de energía en el campo del deporte, como se perfila y presenta Omar Quintana.

¿A quién se le reconoció sus letras? A un elemento del periodismo deportivo, su nombre: Ricardo Vasconcellos Rosado, tan profundo y vertical en sus columnas que aparecen todos los domingos en nuestro Diario EL UNIVERSO.

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¿Por qué tal reconocimiento? Por su firmeza en exponer con letras que originan disentimientos, descubren falencias en las instituciones deportivas, cumplen con distinguir a las glorias del ayer, y acumulan páginas que ya se dan por perdidas y son ejemplo para el presente.

¿Y algo más de Ricardo? A más de ser un soñador incansable de sus escritos, se respeta su estilo de escribir, su honradez envidiable, su vocación por mejores días para el deporte y, sobre todo, para la natación.

¿Qué momentos se vivieron en la ceremonia? Muy trascendentales, amistad sincera, se compartió con figuras y glorias del fútbol, atletismo, béisbol, básquet, natación e interesantes tertulias que llenaban los oídos; un sinnúmero de recuerdos, además de la presencia de la prensa extranjera y local. Reinó una amistad inigualable.

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Bien por ti, Ricardo, y bien por tu digna familia... (O)