Un promedio apenas superior a un penal por cada dos partidos es el llamativo saldo que dejó la primera jornada de grupos de Rusia 2018, una cifra (1,12) cuya singularidad gana notoriedad al sopesar la influencia del videoarbitraje (VAR) en las punitivas medidas de los jueces del Mundial.

El VAR se estrena en la vigésimo primera edición del principal torneo internacional de fútbol y su inclusión como recurso esclarecedor, ya instaurado en otros deportes, no ha pasado desapercibida ni por árbitros ni por futbolistas que no vacilan al pedir la revisión de acciones polémicas.

El galo Antoine Griezmann fue el primer ejecutor de una pena máxima decretada tras la repetición en video, en el Mundial. La aprovechó frente a Australia, en el duelo ganado por Francia (2-1).

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Ya antes la superestrella Cristiano Ronaldo había alzado el telón de los penales al castigar al español David de Gea desde los once metros, en una decisión que no requirió revisión por parte de los jueces.

Los tantos del francés y el portugués se suman a otros cinco anotados, en sus respectivos juegos, por Australia, Croacia, Japón, Túnez y Suecia, registrando un total de siete penales convertidos.

La felicidad no pudo ser para Argentina cuando su máxima figura, Lionel Messi, falló ante Islandia, ni para Perú, cuyo volante Christian Cueva desaprovechó el favor del VAR y envió un balón a las nubes. Han sido los únicos penales que no terminaron en anotación en los primeros 16 partidos.

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Contando el penal anotado ayer por el egipcio Mohamed Salah (también tras la utilización del VAR) frente al equipo anfitrión, esto ya por la segunda fecha, la cifra de diez decretados en apenas el inicio del Mundial se aproxima a los catorce pitados en total (64 juegos) en Brasil, hace cuatro años.

Es un escenario que obliga a las defensas a adaptar sus mecanismos con el fin de que sus selecciones no queden al borde de la desventaja en Rusia. (D)