¡Por fin lo consiguió! Cristiano Ronaldo llevaba tanto tiempo buscando un gol de chilena, y con tal insistencia, que había hecho ya una comidilla de ello. Sus intentos fallidos han sido materia de burla de las aficiones rivales.

Como en todo, no ha desfallecido y ha acabado por salirse con la suya, en un escenario inmejorable, frente a un rival de prestigio máximo. A Gianluigi Buffon le tocó tragarse ese gol fabuloso, que el público de Turín aplaudió deportivamente, aunque significara un clavo en el ataúd de las aspiraciones juventinas. Fue un prodigio de ejecución, cazando el balón a 2,23 metros de altura y colocándolo junto al poste. Para la historia.

Cristiano es una especie de enemigo público número uno que anda suelto por la Champions, en la que ya acumula 119 goles, catorce en esta edición, nueve a la Juve en seis partidos. Ya antes de la chilena del prodigio había marcado, al poco de empezar el partido, señalando el camino hacia la semifinal. El tercer gol lo hizo Marcelo en pared con él.

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Con esos tres goles, dos tiros al larguero y alguna ocasión más, el Real Madrid regresa de Turín con la cosa resuelta. Visto lo visto, hasta sabe bien que Sergio Ramos viera tarjeta. No podrá jugar la vuelta. Cuando pasó, iba 0-1 y pareció un contratiempo, pero ahora entrará limpio en las semifinales.

Y, conste, no me gustó mucho el Madrid. Marcó muy pronto y luego no jugó bien. Durante casi una hora fue algo mejor la Juventus. Pero la chilena de Cristiano, más la expulsión de Paulo Dybala (un diablejo revoltoso, que juega bien y arma líos) más el cambio de Karim Benzema por Lucas, con lo que el Madrid pasó a jugar con once, que fue todo muy seguido, borraron por fin a la Juve del partido, que se deslizó hasta ese rotundo 0-3, que pudo ir a más.

Lástima que la noche vino acompañada de la caída del Sevilla ante el Bayern por dos autogoles, que ya es mala suerte. El buen partido de los sevillistas se quedó sin premio. Lo tienen muy crudo para la vuelta. (O)