Quienes construyen una nación son sus propios hijos; esos hijos que reciben educación elemental desde su infancia; esos hijos que al ir creciendo en edad van conociendo el entorno moral del estilo de vida de la tierra que los vio nacer. Esos hijos que llegan con alma blanca y principios edificados en el hogar, en los establecimientos educativos y en la universidad del pueblo son los que enaltecen a un país en toda su esfera de vida.

Pero qué triste es escribir que en el deporte aún deambulan desvergonzados entrenadores, padres de familia y directivos (dicen llamarse así) que juegan con la conciencia de deportistas inocentes y que manchan la bandera de nuestra nación. Son tan visibles estas personas por los organismos que regulan el fútbol y castigan con sanciones tibias. Es una lástima que en plena luz del siglo que transitamos nos encontremos con esta grave epidemia.

En días pasados entablamos una tertulia con más de 60 profesores que trabajan en etapas formativas del balompié en el país y el 98% de los instructores de fútbol definieron que deben darse a conocer públicamente los nombres de tales tramposos.

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Preguntamos a usted, lector, ¿qué niño en la actualidad no sabe su nombre y su edad? Porque los padres no actúan con la verdad y con moral, porque tales piratas aún andan muertos de risa. Nos imaginamos su respuesta.

Nuestra posición: Entrenador y directivo que sean descubiertos deben ser sancionados de por vida en el fútbol; y el jugador, que cumpla una suspensión de cinco años de inactividad futbolística. Aconsejar a los entes policiales para que castiguen con tres a cinco años de prisión a directivos y entrenadores, y a los padres, un año de prisión.

Aspiramos a que el Ecuador no sea una finca de falsificación de nombres, edades y nacionalidad. Ya estamos hartos en no encontrar el túnel de la justicia... (O)