Eurocopa de día. Copa América por la noche (esto por el horario de España). Así vamos a estar desde hoy, cuando se eche a rodar el balón en París con el Francia-Rumania, hasta el próximo 26 de junio, día de la final del torneo americano.

Siempre han ido a contrapié la Copa América, más antigua, en épocas de ritmo irregular, y más bien inclinada a los años impares, y la Eurocopa, que arrancó en 1960 y siempre tuvo su fase final en años olímpicos, años bisiestos. La coincidencia se debe a que esta Copa América llega fuera de programa, como celebración del Centenario de aquella Confederación más antigua que la UEFA. Europa se rigió hasta 1954 desde la FIFA.

Es una ocasión para ver dos caras diferentes de este deporte, que todavía existen. Son las dos raíces primigenias del fútbol, que nació por aquí pero saltó pronto allá, donde desarrolló una personalidad diferenciada. Ahora, nuestros grandes clubes juntan jugadores de todas partes, dando lugar a un mestizaje enriquecedor. Pero las selecciones separan las aguas y nos permiten ver que aún hay diferencias. En América se juega más lento y se pega mucho, muchísimo. Se arbitra con otra condescendencia, a mi juicio excesiva. Los jugadores van entrando en la disciplina táctica, pero sigue habiendo descuidos.

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Europa tiene otro ritmo y otro arbitraje. Permite que los buenos brillen más, aun dentro de las estrecheces tácticas del fútbol de hoy, que tanto escatima los espacios. En Sudamérica hay que ‘guapear’, ser muy valiente, arrostrar las patadas, no dejarse intimidar. Es duro.

No es raro, por eso, que Neymar haya preferido los Juegos Olímpicos, dado como salió de malparado en la Copa América (anterior). En estas semanas excepcionales podremos contemplar juntas las dos caras del fútbol, y comparar. A mí me llena más el europeo, pero no dejo de recordar dónde nacieron Alfredo Di Stéfano, Garrincha, Pelé, Diego Maradona, Ronaldo (el gordito) y Lionel Messi. (D)