El Madrid salió motivadísimo, quizá cansado de tantos elogios como se han escuchado del Atlético últimamente.

La undécima pasará a la historia como la más sufrida de las que ha ganado el Madrid, ese club impar que saca fuerzas de no se sabe dónde cuando ya no le quedan. Fue, de nuevo, un final cruel para el Atlético, que le opuso al Madrid unas dificultades enormes, pero que se estrelló en momentos decisivos. El gol de Sergio Ramos fue mal concedido, Griezmann falló un penal en la segunda mitad, Juanfran estrelló en un palo el cuarto de la tanda. Luego, Cristiano Ronaldo, con la serenidad de los grandes, marcó el quinto.

Fue una gran final, no por su juego, sino por la emoción. El Madrid salió motivadísimo, quizá cansado de tantos elogios como se han escuchado del Atlético últimamente, de su intensidad, su solidaridad, la dificultad de sus rivales en este campeonato. Quizá ese estado de opinión fue acicate para el Madrid, que salió muy bien. Mucho mejor que el Atlético. Y fruto de eso fue su primer gol, aunque llegado por vía indirecta. Poco antes Oblak había salvado uno.

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Pero luego el Madrid fue a menos y el Atlético a más. En realidad, el mejor del Madrid fue Casemiro, en su ordenado y esforzado trabajo de corte. En la segunda mitad, el Madrid llegó a ser desbordado por el Atlético, que jugó a ratos muy bien. El Madrid malogró algún contraataque, recibió un gol que merecía y sufrió. Pero, cuando se le veía agotado, con varios jugadores acalambrados, supo rescatar de su historia un fondo de orgullo para equilibrar las cosas en la prórroga.

Fue el triunfo de ese punto agónico que el Madrid también tiene, pero que sale en circunstancias decisivas, como la del sábado. Algo que viene del fondo de los tiempos, algo que instaló en el club Di Stéfano y que se ha transmitido a través de las generaciones. El Madrid no hizo un buen partido, pero la manera en que se sostuvo y hasta se vino arriba al final con medio equipo acalambrado le hace digno de elogio. Como lo es el Atlético, que remó río arriba. Hace dos años llevó al Madrid hasta el límite del minuto 93. Esta vez le llevó más lejos, hasta el quinto penalti de la tanda. Pero...

Hace muchos años, antes de la guerra, un periodista llamado Acisclo Karag escribió algo así como que el Atlético es un equipo que cuando juega mal siempre pierde, y que cuando juega bien a veces también pierde, y que el Madrid era un equipo que cuando juega bien siempre gana, y que cuando juega mal, a veces también gana. Lo recordé nada más terminar el partido. ¿Hay algo que recorre los tiempos, que hace que eso sea una constante? El error del juez de línea y el penalti de Griezmann al horizontal (¡qué bien le entró el de la tanda!) dieron la razón a Karag.

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Zidane llegó a tiempo para enderezar un modelo que entraba en extravío. Su atrevimiento para contar con un jugador poco lucido, Casemiro, para equilibrar la constelación de estrellas ha sido premiado con este éxito en su primera temporada como entrenador. Consiguió perseguir al Barça hasta el último día, ahora ha ensombrecido su doblete con esta Champions, un as de oros que lo barre todo. Ahora se les abre un nuevo panorama a él y al Real Madrid. (O)