“Olé, olé, olé”. El grito de la pequeña barra de Ecuador en el Monumental de River se escucha lejano en medio del silencio gigantesco del otro 95 % del estadio. Frickson Erazo, de cabeza, ha marcado al minuto 80 y Felipe Caicedo, casi de manera inmediata, al 82. Es un coctel de vértigo el que ofrece la Tricolor y las caras de algunos argentinos, que gesticulan y llevan sus manos a la cabeza, es de incredulidad.

Esos olés tienen a una figura clave: Antonio Valencia, que lideró a un equipo que demostró el juego acostumbrado de Gustavo Quinteros. Presión alta, asfixia al rival, toque al ras de piso y por momentos un juego colectivo que llevó varias veces peligro por las bandas a una Argentina errática, a la que, en las calles porteñas, se la califica como Messi-dependiente. Sin su máxima estrella, sin el Kun Agüero que salió rápidamente por lesión, el temido equipo albiceleste fue una colección de errores que se notaban aún más con la predisposición del juego ecuatoriano.

La corrida espectacular de Valencia por el costado derecho, a los 82, para liquidar el pleito con el remate de Felipao desató los más dulces sueños de cualquier aficionado ecuatoriano. Jamás, en 74 años de historia, Ecuador le había ganado a la Argentina en su cancha.

Publicidad

El olé se repite, una y otra vez. Van 87 minutos y Ecuador maneja la pelota; la toca de un lado a otro y desde la platea San Martín del mismísimo estadio de River, se escuchan a argentinos que se suman a ese olé. “Dejalos. Se lo merecen”, grita uno. Un niño más allá, con un gorro albiceleste se une a la interjección taurina. La palabra “boludos” se hace presente para reprobar el juego del país de Maradona. Y los ecuatorianos, que están al frente, en esa pequeña mancha tricolor, se atreven a gritar -en un momento auditivo surrealista- “uno más y no jodemos más”.

Ellos, ese puñado de ecuatorianos que vibró con el juego tricolor, son conscientes de que han sido testigos de un momento histórico. De 90 minutos que se recordarán por siempre en el baúl de las hazañas de esta selección amarilla, azul y roja. Son conscientes de que esta noche, la del 8 de octubre del 2015, puede desde ya ser considerada la del triunfo más importante de la historia de la Tricolor jugando fuera de casa. Un buen debut. Uno que hace soñar totalmente despierto en pleno Monumental de River. (O)