<strong>Por Jorge Barraza<br /> <a href="mailto:jbarraza@uolsinectis.com.ar">jbarraza@uolsinectis.com.ar</a></strong>“La FIFA nos toma el pelo, hay selecciones mejores que la nuestra”, fue el comentario de un lector colombiano el fin de semana último. Colombia alcanzó el tercer puesto en el Ranking Mundial de la FIFA y hubo gente del país de Valderrama que hasta se ofendió (la gata de doña Flora no tiene ni para empezar con algunos). Lo real es que entre las 209 selecciones que puntúan, Colombia es tercera por propio mérito.Si hay algo de lo que FIFA puede presumir es de su prescindencia absoluta tanto en las posiciones del ranking mundial de selecciones como de quien gana el Balón de Oro. A estos no los “da” la FIFA; los técnicos, capitanes y periodistas votan un vencedor. A las otras no las “pone” ni más más arriba ni más abajo, se ubican solas de acuerdo a su desempeño. Es como el ranking del tenis. La ATP no los sube ni los baja. No hay ponderación, se trata de una aséptica fórmula matemática ligada a cada resultado.El método de elaboración tiene en cuenta 4 aspectos: a) el marcador (derrota, empate o victoria); b) importancia del partido (desde un amistoso hasta uno mundialista); c) fuerza de los contendientes con respecto a su puesto en la clasificación; y d) fuerza de la confederación a la que pertenecen (UEFA, Conmebol, etc.). Esto da un valor cuatrienal. Cada año que entra va cayendo el más viejo y se reemplaza por el nuevo.La fórmula es simple y no tiene secretos (se puede ver en Fifa.com). Colombia y Ecuador jugarán entre sí su próximo encuentro eliminatorio el 6 de septiembre. Antes del juego, ambos pueden calcular los puntos que obtendrán de acuerdo al marcador final.Brasil ganó sus 5 encuentros de la Copa Confederaciones y subió del puesto 22 al 9. Lo que significa que el ranking no es caprichoso ni está inmóvil. El que gana, sube; si pierde, baja. Ecuador ascendió al 10mo. casillero a medida que el triunfo le sonreía. Luego perdió en Lima, empató con Argentina y cayó al 18º Colombia hace dos años era 30ª. Subió 27 peldaños. El ranking es reflejo fiel del presente de cada uno.Pero el periodismo es camaleónico. En general, reacciona de acuerdo a la ubicación de su país. Si es buena, destaca la noticia casi con euforia. Si es mala, descalifica al ranking (“¿Quién hace ese ranking absurdo...?”).Hay una frase, muy repetida, que conduce al error. La que dice, por ejemplo: “No creo que Colombia sea el tercer equipo mejor del mundo”. El ranking no habilita a decir que porque ocupa el tercer lugar es uno de los tres mejores del mundo, se trata solo de una referencia, de su posición actual. Está entre los mejores, eso sí.Es como si en una carrera de Fórmula Uno un corredor marcha tercero. Esto no implica que sea “uno de los tres mejores pilotos del mundo”. No. Es uno de los más calificados; que en ese momento va tercero. Puede que en la vuelta siguiente pase al segundo lugar; o al quinto. Es circunstancial. Pero da una idea. Ojeando el escalafón vemos que Croacia está 8º. Llevamos tiempo sin ver jugar a los croatas, pero significa que debe ser una selección respetable. Llegar a esa posición requiere de muchos triunfos. Y conseguirlos en Europa no es fácil. En este caso, el ranking marca una pauta, una idea aproximada de poderío.También la fuerza de cada Confederación tiene un valor dado por los resultados. Y esto debe alegrarnos: en el último Mundial, Sudamérica mejoró su calificación y ahora comparte el primer lugar con Europa. Ambos tienen valor 1. Concacaf muestra un valor 0,88; África y Asia 0,86 y Oceanía 0,85.Sudamérica tiene hoy 7 equipos dentro de los primeros 21 puestos de la clasificación: Colombia (3º), Argentina (4º), Brasil (9º), Uruguay (12º), Ecuador (18º), Perú (19º), Chile (21º). Meritorio por tratarse de apenas 10 países.Desde su implantación en agosto de 1993, el ranking ha merecido críticas continuas y hasta burlas, pero si se lo sigue con atención se verá que es perfecto. Está científicamente comprobado. Cada actuación tiene un valor específico y la regla de cálculo rige para todos igual. Al principio pudo mostrar ciertos desajustes porque, para comenzar, se dio un valor relativo a cada selección, y en los dos primeros años de competencia algunos batacazos podían desmentir esa valoración. De modo que, entonces, podía hablarse de “calidad aparente”. Pero con la marcha los bultos se acomodan solos. Y ahora, al cumplirse veinte años de vigencia, el ranking es una radiografía real del fútbol mundial.Esto no significa que, en una buena tarde, el número 52 no pueda vencer al quinto. Pasa en el tenis también. El factor sorpresa es intrínseco del fútbol. Y ojalá no desaparezca nunca. El batacazo es una de las razones de su popularidad y su belleza.