Y ya no “alzamos la voz como una sola memoria”, ya no cantamos. Siento que ya fuimos, que jugamos y perdimos.
¿Qué pasa por la mente y por el corazón de este niño herido, de estos policías autoritarios, qué miedo antiguo, qué soledad añeja los hace actuar así?
Definitivamente, lo mío no es la Economía. Lo mío es la gente, la humanidad, la cordura, las letras, los libros, el abrazo.
Con una valentía que desconoce el riesgo, ella nos invita a entrar a su casa de Dolores Sucre 111 y recorrer... su vida...
Ni el capitalismo ni el socialismo dan oportunidades iguales.
No sé por qué digo fue, si todos sabemos que hay voces que no se callan, risas que no se olvidan, abrazos que duran eternamente...
(...) definitivamente la decisión será entre el hartazgo y un hilito de esperanza.
Quienes quieren explotar el Yasuní nos dicen que esta vez será diferente: que en esta ocasión sí se repartirá la riqueza... el paraíso a nuestros pies.
Asesinato, retumba en mi cabeza, lloro por jóvenes a quienes no conocí, no merecían morir: Agustín Intriago, fue alcalde de Manta, y Ariana Chancay, futoblista.
La alegría del primer momento se transformó en insomnio y en pesadilla... ¿Cómo funciona la mente de los ecuatorianos?
No sé si soy responsable de este desastre, no sé quién debería hacerse cargo de esta inmundicia ruidosa, caótica y fea.
Ni siquiera es falta de recursos: es falta de conciencia y exceso de ambición. Es sinvergüencería y estupidez.
No sé cuándo empezó este desencuentro entre Quito y yo. No sé si el cariño, la ilusión y esperanza que me inspiraba la ciudad se puedan recuperar.
Cuando uno cree que ya vio la peor ralea de políticos, cuando piensa que no es posible ser más impresentable, patán y mediocre, aparecen otros peores.
Y un día el mundo empezó a abrir las puertas y todos empezaron a salir, menos yo. Todos volvieron a vivir, menos yo.
No tengo una respuesta, solo una pregunta más, presidente Lasso: ¿le gustan los deportes extremos o le ganó la vanidad?
En estos tiempos que corren los ecuatorianos queremos que este barco/país lo “capitanee” alguien de armas tomar.
-A este país no lo quiere ni Dios, responden a coro el viento, la lluvia y el aire helado que nos perfora los huesos.
A los magos y magas fachosos y fachosas se les vieron las costuras, les quedó grande el puesto y gigantesca su ignorancia.
Dejemos la pelea para el ring, mirémonos como país, no permitamos que la vida en Ecuador se vuelva una burda letra del peor reguetón posible.
En estos momentos absurdos de intolerancia obsesiva y total, solo el humor me salva, me da fuerzas para trabajar y para vivir.
Votar sería traicionar mi ética y conciencia, hacerle el juego al absurdo. Creo que un ateo no debe comulgar ni un católico escupir un crucifijo.
Lo grave es que los candidatos no son capaces de comunicar, o no saben lo que quieren decir, o soy yo la que no les entiendo, o nadie les entiende.
En estos años la ciudad de Salinas ha crecido para mal. La mala suerte la persigue.
La rutina es esencial para escribir y no me gusta improvisar, dice con el convencimiento del que tiene oficio.
Si alguna noticia nos había llegado sobre el horror y la crueldad, la alegría desbordante de ese Mundial la desmintió.
Tengo la sensación de que en Ecuador hay mucha gente que mira el mundo a través de su chequera.
El diablo del miedo, del terror, de la angustia, volvió a visitarnos y claro, el egoísmo extremo. Lo invito a pasar, a sentarse a la cabecera de la mesa.
Vivimos tiempos cínicos y todavía dormimos llorando.
Ahora la pregunta es ¿cómo volver a creer? Si los políticos de todas las tendencias nos mienten de frente.