Luis Manuel Soto Zapata,
Guayaquil.- Hace algunos días empezaron a repartir pastillas anticonceptivas en los hospitales públicos; al enterarnos de la noticia empezó el debate. ¿La pastilla conocida como “del día después” es abortiva o no?, muchos dicen que sí, y otros dicen que no lo es.

Lo que importa no es si es abortiva o no, sino qué buscamos con entregar la pastillita. Dibujemos la escena, una estudiante de 14 años acude a un centro de salud y adquiere una pastilla sin que le pregunten nada, le den una pequeña charla, ella guarda su pastilla en su maleta para luego de la “farra” del viernes tomarla y que todo siga como si nada. La interrogante es, ¿estamos promoviendo educación sexual o sexualidad? Al hacer esto no disminuirán abortos, ni embarazos accidentales, lo único que causaremos es hacer que los jóvenes cada día empiecen una vida sexual desde muy niños y donde la infidelidad sea cada día más común. Entonces, en lugar de invertir tanto dinero en comprar millones de pastillas, censuren programas televisivos donde el sexo es el principal objetivo, donde el hombre o la mujer bailan eróticamente y semidesnudos para lograr votos que al final mantengan o no en el programa. Por qué no nos dedicamos a armar un verdadero programa de educación sexual y planificación familiar. Tengo una hija de 6 años, me aterra saber lo que le espera, pero en fin, leyes son leyes; a los padres solo nos queda prevenir al máximo que nuestros hijos no se dejen llevar por dichas leyes.

Luis Manuel Soto Zapata,
Guayaquil

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