Elvira Morla Larrea,
abogada, Guayaquil.- Sobre la píldora del día después se han vertido tantos comentarios en el aspecto científico, médico, moral, religioso, etcétera, que parecería que el tema ya está agotado, pero creo que todavía se pueden decir muchas cosas.

¿Cómo puede ser posible que a una niña de 12 años se le permita solicitar libremente y consumir la píldora porque puede estar en “peligro” de quedar embarazada? Quienes tenemos hijas “hechas y derechas”, podemos estar un poco tranquilas respecto a que ya no van a ser consumidoras, pero ¿y nuestras nietas? Por más que vengan de hogares bien formados hay el peligro, la tentación, el querer repetir conductas que a veces parecen inofensivas pero tienen repercusiones desastrosas. De verdad que ahora la juventud se enfrenta a terribles problemas; hay que estar más atentos con ellos, vigilar sus amistades, juegos, aparatos electrónicos. No podemos confiarnos ciegamente. Ahora sí los padres deben dormir con un ojo abierto y otro cerrado.

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Los tiempos han cambiado, las personas mayores no podemos hacer oídos sordos ni hacer que no vemos lo que sucede. Si nos toca aconsejar a algún adolescente, sea nieto, sobrino, ahijado, etcétera, hagámoslo, aunque a ellos no les guste escuchar.

Elvira Morla Larrea,
abogada, Guayaquil

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