Hace dos años, Andrés Alcívar realizó un préstamo de $ 4.000 al Banco Nacional de Fomento. Con ese crédito y $ 4.000 adicionales que logró reunir compró una nueva máquina para su imprenta.

La deuda que mantiene la cancela con parte de los ingresos que genera su negocio, cuyas ventas se originan en un 90% de la elaboración de facturas para personas naturales y empresas pequeñas.

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Desde que conoció que el Servicio de Rentas Internas (SRI) empezó un proceso para implementar la facturación electrónica, Alcívar se muestra preocupado por el futuro de su pequeño negocio.

Considera que al dejarse de usar las facturas de papel no podría subsistir con otra línea de producción, porque no cuenta con la capacidad tecnológica para entrar a competir en otros mercados.

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Miguel Peralta, síndico de la Asociación Artesanal de Profesionales de Artes Gráficas del Guayas, refiere que 350 imprentas pequeñas de la provincia y 1.626 a nivel nacional tendrían dificultades para operar si se acoge el uso obligatorio de la factura electrónica.

A partir de este año, la emisión digital de comprobantes comenzó a ser opcional para las empresas. La administración tributaria la promueve como una alternativa para reducir el uso del papel.

Peralta afirma que su gremio propone que el uso de la factura electrónica no sea obligatoria, sino opcional durante un periodo de por lo menos 4 años hasta poder migrar a otros nichos de mercado dentro del mismo sector u otros negocios.

Y plantean que durante la transición solo los contribuyentes que tengan ventas de más de un millón de dólares usen la factura electrónica y que para el resto se continúe con papel.

Los artesanos han propuesto reuniones con el SRI para abordar el tema.

Los dirigentes sostienen que si no hay una transición, alrededor de 25.000 fuentes de empleo del sector podrían resultar afectadas, debido a que la mayor parte nutre sus ventas de la fabricación de facturas.

Bolívar Villacís, dueño de la imprenta Hec Boli, dice que si solo se dedica a elaborar tarjetas, volantes y otro tipo de papelería no cubrirá los gastos para pagar a los operarios y otros rubros.

Cada mes, alega, tiene que reunir $ 1.200 para pagar el sueldo a dos trabajadores y otros $ 300 para alquiler. “La facturación me mantiene a flote, porque con imprimir tarjetitas no se puede subsistir”, indica.