Con agilidad y en unos dos minutos, Samir arma un rompecabezas de los números del 1 al 10. Al colocar la última pieza, alza su mirada hacia su madre, Vacacela, sonríe y lo desarma uno a uno. Tiene seis años y padece síndrome de Down.

“Él me cambió la vida, es una bendición de Dios, me dedico a él al 100%, a estimularlo. Es muy inteligente, entiende y comprende todo, pero no habla, dice pocas palabras”, comenta.

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Como parte de sus actividades, una vez a la semana acude al centro Baúl de Pinocho, donde recibe terapia física, bailoterapia, musicoterapia, ballet, clases de flamenco a niños con capacidades especiales de seis meses a 16 años.

“Es importante que los niños no se queden en casa viendo televisión, sino al contrario, necesitan que los estimulen. Deben tener una alimentación sana y hacer actividades físicas, porque son propensos a ser obesos”, explica Maritza Martínez, directora del centro que tiene siete años de creación.

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La hija de Martínez, Ariana, de 9 años, también tiene síndrome de Down. Es risueña y cariñosa, cada cierto tiempo se acerca a su mamá y la abraza.

“Con una sonrisa de ella se me olvida todo, es puro amor, todo lo que hacen estos niños es con el corazón”, expresa.

Para Margarita Poveda, terapista, lo primero que hay que hacer con estos niños con capacidades especiales es aceptarlos, quererlos, hacerlos independientes, sociales, integrarlos a la sociedad. Se debe trabajar la motricidad fina y gruesa a través de diferentes juegos didácticos y recreativos.

“Ellos son un poco más lentos en el aprendizaje, por lo que hay que enseñarles de diferentes formas los conocimientos para que los interioricen”, explica la especialista.

El uso de la música es otra herramienta del aprendizaje. “Le permite tener equilibrio mental, proporciona la capacidad de expresarse y desenvuelve su condición auditiva”, señala Patricia Marino, profesora de musicoterapia del centro.

Por sexto año esta entidad realizó el domingo un agasajo a niños con este trastorno, en el marco del Día Internacional del Síndrome de Down, cuya incidencia en el mundo es de 1 por cada 700 nacidos vivos. En el país es 1 por cada 550.

El centro está ubicado en la av. Orellana 1.007.