A lo largo de la carretera que va desde la academia militar donde el cuerpo de Hugo Chávez estuvo expuesto hasta el museo en lo alto de una montaña, donde se expone indefinidamente, están algunos de los barrios marginales más peligrosos del planeta. La vía pasa por debajo de puentes que necesitan reparaciones urgentes y frente a una tienda de alimentos con muy poco que vender.

Esta tensa y gris capital es un reflejo de muchos de los problemas de Venezuela, con edificios de apartamentos medio destruidos y filas para comprar alimentos. “Más que nada, el gobierno sigue peleando con todo el mundo, y todo lo hace mal”, dijo Francisco Olivero, un carpintero de 54 años que vive con su esposa y cinco hijos en la barriada pobre de Catia.

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Como muchos venezolanos, Olivero dijo que la violencia callejera, que está a niveles de un país en guerra, era su principal preocupación. “Matan gente a diario”, afirmó. “He perdido amigos, familiares”.

El pasado viernes Olivero y su esposa hacían una larga fila para comprar harina, café, mantequilla y otros alimentos básicos, que según ellos escasean desde hace unos dos años. Una tienda cercana vendía ese día productos en demanda, lo que atrajo a numerosas personas desesperadas por unas pocas bolsas de harina.

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Algunos economistas afirman que los controles de precios impuestos por el gobierno con el fin de moderar la inflación, que está por el 20%, han imposibilitado a los dueños de tiendas a vender alimentos básicos y ganar dinero, lo que ha provocado una amplia escasez. Mientras, las autoridades han acusado a los suministradores de acaparar los insumos y han allanado almacenes en busca de azúcar, harina y otros productos alimentarios que escasean.

“No consigues nada”, dijo Anglys Bericote, una abogada de 27 años que viajó cuatro horas en autobús desde el poblado de Cajigal para acompañar el viernes pasado el féretro de Chávez. Con un pasador en forma de corazón en el que se leía “Yo soy Chávez”, la mujer dijo que aprovechaba la oportunidad para comprar productos básicos. La gente de su vecindario incluso ha tenido que pasarla sin dentífrico ni papel de baño, afirmó. “Es el plan de las empresas privadas”, expresó, repitiendo la postura del gobierno. “Lo acaparan todo y la gente se molesta”.

Un agente de seguros de 37 años señaló que la mayoría de seguidores de Chávez no se quejan de los problemas existentes. Manifestó que otro problema es la violencia que donde él vive es muy fuerte, tanto que junto con su familia se encierran a diario desde las 18:00 y solo la puerta de su casa a la mañana siguiente.

Sin embargo, dijo que no salir de casa quizás no sea suficiente para protegerse de la violencia en las calles y relató que hace varias semanas, una bala perdida penetró el techo de una casa del vecindario.

Casi todas las calles de Caracas se vacían al comenzar a caer la noche y los habitantes viven bajo la presión de una tasa de homicidios 20 veces mayor que en Estados Unidos.

Rodríguez atribuyó los problemas de su barriada a delincuentes que recorren las calles en motocicletas. Consideró que hacen falta más patrullajes policiales para recuperar los barrios. “Ahora me quedo en la casa”, dijo Rodríguez. “Afuera no está seguro”, concluyó. Muchos, sin embargo, creen que la policía representa una parte importante del problema. En una revelación sobrecogedora, el ex ministro de Relaciones Interiores y Justicia, Tareck El Aissami, dijo en el 2009 que la policía era responsable hasta por el 20% de los delitos en el país bolivariano.

José Leal, morador de una barriada, dijo que no ‘abrigaba’ ya esperanzas de un cambio bajo el gobierno actual, encabezado por Nicolás Maduro.

Mientras una ciudadana señaló desconsolada que “a Venezuela no la cambia nada; solamente Dios”.