Como el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ya se encuentra más de un mes en Cuba desde que el 11 de diciembre se sometió a una compleja operación por haberle reaparecido el cáncer que lo aqueja, en el horizonte internacional se vislumbra un piélago imaginario debido a que no se ha dejado verlo ni escucharlo.

No es nada difícil que los hermanitos Raúl y Fidel Castro, en previsión de un sensible fallecimiento de Chávez, a lo mejor ya contrataron a un perito embalsamador de virreyes, como era costumbre en la antigüedad, con la instrucción de que le componga al difunto una cara con tanta autoridad, para que “siga gobernando” hasta el 2019 con más acierto que cuando estaba vivo, y otros poder seguir ordeñando a Venezuela los millonarios barriles de petróleo en provecho de Cuba.

No es difícil que el embalsamador también deba darle forma al cuerpo del difunto, levantándole la mano derecha como para prestar juramento, por si deba ser presentado en un futuro.

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Raúl Córdoba Avilés,
jubilado, Quito