El campo costeño huele a humedad. La tierra se abre y recibe las semillas que, en algunos casos, empiezan a brotar como hojitas temblorosas. Es la época de lluvias, de siembra y el agro irradia esperanza y optimismo. Es un optimismo fuerte que derrota los problemas que año a año se han vuelto cotidianos, como falta de créditos, de caminos, de apoyo estatal. Ahora se suma la escasa mano de obra.