Por Otón Chávez
ochavez@parquedelapaz.com.- Qué tristes son. En el fondo son necesarios porque para los aficionados, los que realmente aman al fútbol, y también de otros deportes, viven con las ilusiones y realidades durante casi todo un año. Hay que descansar, pero los domingos sin fútbol son como los cebiches sin mariscos, como tocar una guitarra sin cuerdas, como un caldo de manguera sin salchichas.