AP-EFE
BEIRUT.- El presidente sirio, Bashar al Asad, esbozó ayer una nueva iniciativa de paz para poner fin a la violencia que comenzó hace 22 meses en Siria, pero lo hizo con un tono desafiante, al instar a sus compatriotas a unirse contra “criminales asesinos” que, según dijo, cumplen con una conspiración extranjera que busca destruir al país.

En un discurso dirigido a la nación, Al Asad no mencionó las exigencias internacionales para que renuncie y dijo que está dispuesto a un diálogo, pero solo con aquellos “que no han traicionado a Siria”. Ofreció una conferencia de reconciliación nacional, convocar a elecciones y una nueva Constitución, pero exigió como condición que los países de la región y de Occidente dejen de financiar y enviar armas a los rebeldes que tratan de derrocarlo.

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Los opositores y los rebeldes han dicho en reiteradas ocasiones que no aceptarán nada menos que la salida del presidente, lo que descarta cualquier acuerdo que incluya que Al Asad permanezca en el poder. Además, la nueva iniciativa del líder sirio evoca los cambios simbólicos y concesiones que su gobierno hizo al inicio de las protestas contra su gobierno, los cuales fueron rechazados en ese momento por no ser suficientes y demasiado tardíos.

Al Asad admitió el enorme impacto del conflicto en el país, que asciende a los 60.000 muertos, según cálculos recientes de las Naciones Unidas.

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Los rebeldes respondieron que “no aceptan dialogar” con Al Asad y que están convencidos de que este acabará en sus manos.

Desde Turquía, el jefe de Estado Mayor del opositor Ejército Libre Sirio, Salim Idris, recalcó que los rebeldes “no son un juguete en manos de países extranjeros”, como lo señaló Al Asad.

Gran Bretaña criticó y dijo que el discurso de Al Asad “iba más allá de la hipocresía”. Mientras, Alemania exigió de nuevo la renuncia del Al Asad.