El valle sagrado de Vilcabamba, en Loja, siempre ha sido motivo de curiosidad porque sus habitantes viven más de la cuenta, ‘viven sobretiempo’, como dice la gente del pueblo. Vale visitarlo.

Los detalles no son de otro mundo, los ecuatorianos lo sabemos: la dieta es sana, solo comen lo que producen –yuca, mote, plátano, fréjol, etcétera– y beben mezclas de muchas hierbas o té de hojas de guayusa, que es digestiva y baja el azúcar; en el valle reina la tranquilidad, el estrés no es conocido porque la gente se lleva bien entre familias y vecinos; el aire no está contaminado; el caminar les hace bien; el clima es templado, pero no se siente frío; se vive con aire puro, el wilco, árbol típico de Vilcabamba, oxigena la atmósfera. Y hay más, los ancianos son viriles. Un médico del pueblo, Wilson Correa, confesó a Ricardo Coler en el libro que publicó, Eterna juventud, para la editorial Planeta, en septiembre del 2008 en Argentina: “...Me ha tocado atender a mujeres que se casan con centenarios y vienen a la consulta rogándome que les dé algo, pero no a ellas, sino a los maridos. No las dejan tranquilas”.

Los habitantes trabajan toda la vida, no trasnochan, no se enferman de osteoporosis ni cáncer; se reportan pocos casos de diabetes, no terminan calvos ni desdentados, se mueren de viejos haciendo sus actividades agrícolas, durmiendo, bañándose en el río, etcétera; pues las enfermedades no llegan. Ricardo Coler nos pone como primeros en el mundo en cuanto a longevidad; “aunque los censos internacionales señalan que la mayor expectativa de vida se da en lugares como la República de Andorra o la isla de Okinawa en Japón –sitios de alto nivel económico y estilo sosegado–, Vilcabamba de Ecuador, le saca varias décadas de ventaja sin demasiado esfuerzo..., mucha gente supera con holgura los 100 años. En el pueblo hay 10 veces más centenarios que los que se puede encontrar en cualquier otro lado”. En Vilcabamba la gente vive 110, 120 y hasta 150 años. Existe un grupo de científicos de la Universidad de California que recorre el mundo a nombre de la Fundación de Investigación Supercentenario, para escudriñar las razones de la longevidad. A los supercentenarios escogidos que superan los 110 años se les toman pruebas de sangre para conocer el código genético.

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Al morir se escogen tejidos del cuerpo para pruebas en Estados Unidos. En estos procesos de estudio se tiene en cuenta la información de familiares. Los investigadores creen que muchas de las respuestas de la longevidad están en los genes. La primera autopsia en Sudamérica para investigación fue practicada a un habitante de Vilcabamba. El valle se ha convertido desde hace tiempo en uno de los lugares más famosos del mundo. Coler no es el único extranjero que lo ha visitado para hacer investigaciones.

César Burgos,
licenciado, Guayaquil