¿Ya ven, apreciados amigos que me distinguen con la lectura de mi columna, que no se acabó el mundo el 21 de diciembre? En algunas primaveras que tengo me juraron hace algunos años que Nostradamus pronosticó el fin y tampoco pasó nada. Crean, eso sí, cuando la ciencia les avise. Mi abuela decía que el mundo se acaba cuando uno muere.