Resulta inevitable comentar sobre el caso Pedro Delgado, ex gerente del Banco Central del Ecuador y primo del presidente de la República.
Aunque la corrupción no ha estado ausente en las administraciones de los gobiernos anteriores, lo que asombra ahora es el modo de engañar a la fe pública.
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Las declaraciones de algunos asambleístas, algunas estentóreas, otras enigmáticas, así como las del presidente de la República de castigar este acto de felonía; nos provoca una duda razonable, pues sinnúmeros de casos de corrupción han quedado en el olvido pese a la “metida de mano” en la justicia que supone terminaría con la corrupción.
Sin embargo, vemos que los casos “pativideos”, “Chucky seven”, “ex ministro Marún”, “narcovalija”, “contratos sin licitación”, “el comecheque”, “chalecos antibalas”, etcétera; yacen dormidos en los archivos de jueces y en informes interminables de la fiscalía.
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Es una pena que funcionarios talentosos traten de sobrevivir políticamente en aguas de un proyecto revolucionario contaminado.
Ojalá no se les ocurra ofrecer un agasajo de desagravio a Pedro Delgado, si retorna de los Estados Unidos.
Manuel Ojeda Fuentes,
licenciado, Guayaquil