Coronas y adornos de hábiles manos
Diciembre no sería lo mismo sin sus brillantes colores característicos: el rojo, el dorado y el verde de cintas, lazos, estrellas, bombillos y otros adornos que se apoderan de los hogares que celebran Navidad.
Para María Belén Valarezo, residente de Entre Ríos, esa decoración que complementa el espíritu navideño de estas fechas no solo es un negocio, sino también un hobby con el que creció. Su mamá, María Teresa Bourne, decoraba empresas con motivos navideños y ella sigue sus pasos.
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“Crecí viendo a mi mamá hacer decoraciones, ayudándola. Cuando me gradué del colegio me puse a hacer por mi cuenta coronas de Adviento con los materiales que ella tenía, me ponía a inventar mis cosas. Luego cuando alguien las veía me decía: ‘Qué linda la corona’, y las comencé a vender”, recuerda María Belén, estudiante de Marketing y Diseño de Interiores.
Sus primeros clientes eran sus familiares, pero gracias al ‘boca a boca’ ha decorado empresas y bancos para estas fechas.
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Bajo la marca On Design, María Belén elabora no solo coronas de Adviento, también guirnaldas, coronas para puertas y paredes y otros adornos personalizados.
“ El Adviento es muy especial para mí. Mi familia es muy religiosa y por eso esperar al Niño Jesús en familia me parece algo muy importante”, comenta.
A pesar de que trabaja bajo pedido, María Belén trata de dejar su toque personal en cada cosa que hace. Por ejemplo, una de sus clientes pidió una corona para su casa en la playa. María Belén mezcló el rojo y el verde (colores navideños) con el color turquesa para evocar al mar, y colocó un par de animales marinos color tornasol.
“Ninguna es igual a la otra, por la práctica ya soy rápida. En una noche tengo la corona, la guirnalda y algún otro adorno. Las hago siempre en la noche, por mis estudios”, comenta. Las coronas se venden con o sin vela y con un pequeño nacimiento o una figura del Niño Jesús en el centro, cuestan entre $ 20 y $ 30. Los precios de las coronas para puertas van desde $ 45 y las guirnaldas, a partir de $ 65. También decora árboles a domicilio. Para pedidos: 099-968-2613 y On Design_ en Facebook.
La tradicional torta de manzana y nuez
Las tortas de manzana y nuez de Sylvia Patiño Núñez tienen un toque secreto que no le gusta revelar. “Me puse a experimentar con unas recetas y ahí le puse algo personal”, confiesa orgullosa.
Son una tradición en época de Navidad. Se las sirve frías o calientes después de la cena del famoso pavo con relleno. “Nunca está de más terminar con un dulce”, recomienda ella.
Sylvia lleva quince años haciendo bocaditos de sal y dulce, y tortas para toda ocasión. Pero en esta fecha se luce con su torta de manzana verde y nueces. Afirma que por lo general tiene más de 500 pedidos en Navidad.
Su negocio se llama Ñam Ñam y lleva dos años en el mercado. Decidió ponerle así por su hijo Adrián. “Él estuvo desnutrido debido a una enfermedad y después que salió del problema comía mucho. Mi cuñado le comenzó a llamar ñam ñam, así que cuando decidí ponerle una marca al negocio lo llamé así”, cuenta.
Comenta que este gusto por la cocina lo aprendió de su mamá, Gladys Núñez, quien trabaja en el bar de un colegio y además vende los dulces de su hija.
Sylvia comparte su tiempo entre su negocio, su casa y su profesión: es profesora con un doctorado en Educación. Tiene dos hijos: Adrián y Juan Manuel. Cuenta que ellos también disfrutan de sus recetas. Por sus ocupaciones la ayuda su sobrina María Lorena López, quien estuvo vendiendo las tortas en El Mercadito.
La torta de manzana y nuez de una porción cuesta $ 1, la de una libra $ 5, la de libra y media $ 7. La de doce personas cuesta $ 14, esta es bajo pedido. También ofrece más de 40 bocaditos de sal y dulce. Para pedidos, preferible con una semana de anticipación, al correo sylmarpat@gmail.com o al 099-961-6667.
Una dulce fiesta al estilo europeo
La especialidad de Denisse Pinoargote son los dulces europeos. Incluso decidió identificar su negocio con una palabra que vaya con ese estilo: Dyanon, que es su segundo apellido y es francés.
A Denisse la gastronomía le gusta desde pequeña. A los 12 años hizo su primer postre, una torta mojada de chocolate. Ese fue el punto de partida para un sinnúmero de delicias que elabora ahora.
Estudió Artes Culinarias en el Instituto Mausi Sebess, en Argentina. Luego viajó a Barcelona, España, por seis meses a especializarse en pastelería y chocolatería.
Regresó a Ecuador en el 2010 y montó su empresa. “Hago todo lo que es dulces y chocolates, y tengo una línea de eventos para matrimonios, bautizos, primeras comuniones”, comenta.
Por Navidad, Denisse decidió sacar su segunda colección de Dulces 2012 y que expuso por primera vez en El Mercadito la semana pasada. Ahí se lucía sobre la mesa la elegancia de sus bocados; todos con colores, papel plateado, flores y frutas. “Siempre es bonito para una cena una torta o una cajita de dulces, es un detalle”, comenta.
En esta línea ofrece cajas de chocolates de corte, árboles de chocolate blanco belga y semiamargo, torta de almendras, tartaleta con frutos rojos, duomos de chocolate y árbol de duomos.
Los duomos llaman la atención por su nombre y son su producto estrella. “Por afuera son de suspiro, crujiente, con relleno de pistacho, vainilla y frambuesa”, explica Denisse. Mientras que los arbolitos de Navidad son hechos con chocolate y crispy. “Esto permite hacer los pisos, más polvo de pistacho, naranja confitada y coco triturado”, dice.
Según Denisse, en época navideña los ingredientes que más se usan son los frutos secos como pistachos, almendras y avellanas.
Los precios varían, según el producto. Las cajitas de chocolate o duomos cuestan $ 15, los árboles duomos $ 26, y los otros árboles $ 26 y $ 30. Para pedidos, con dos días de anticipación. Denisse tiene página en Facebook, correo info@dyanon.com, o a los teléfonos: 283-8990 y 098-086-1480.
El hombre del traje rojo y el jo, jo, jo
Así como hay quienes hacen de la repostería un negocio navideño, hay quienes usan su cuerpo y su carisma para alegrar en estas fechas y de paso obtener ingresos. Es el caso de Piere Noura, de 43 años, quien hace de Papá Noel.
La barba y la peluca blanca artificial le causan comezón, las botas son grandes y pesadas, pero sin su indumentaria, Piere pasaría desapercibido en Village Plaza.
De lunes a domingo, en diciembre, este hombre de ascendencia libanesa se sienta en un sofá rojo, junto a un pequeño ventilador y bajo una casa de madera para dar vida al más famoso personaje de la época.
Este es el segundo año que Piere se disfraza del gordito de barba y traje rojo. Aunque no tiene hijos y nunca había interactuado con niños, hasta ahora, los trata con cariño.
Un grupo de niños está alrededor de la casa de madera dibujando y esperándolo. Son casi las 18:00 y Papá Noel se acerca con un paso lento. No ha tomado asiento aún y una de las pequeñas empieza a gritar: “Mami, mami, ven que ya llegó Papá Noel”. Piere levanta su mano y la saluda con una sonrisa paternal.
A más de escucharlos habla con ellos. “Les pregunto si se portan bien, si quieren a sus papis, al Niño Dios, si van a misa. Hay niños que son de otras religiones y se ponen bravos, pero no importa”, comenta.
“Es una mezcla. Hay niños molestosos y mamás molestosas, que cuando los niños no quieren venir los obligan y el niño se asusta y llora”, cuenta. Sin embargo, asegura que también está la otra cara de la moneda. Niños que se acercan corriendo a abrazarlo. “Vienen y me abrazan, me hacen dibujos, me dicen: ‘te quiero, te espero con galletas el 24’, son una maravilla”, cuenta mientras se acomoda el gorro y dos niños aguardan ansiosos su turno para abrazarlo a él, en la piel del personaje al que se le atribuyen los regalos bajo el árbol.