Testimonio |
Lograr que 230 jóvenes entre 15 y 17 años de edad del continente americano, específicamente de 53 colegios de 12 países vinculados al Bachillerato Internacional, realicen actividades de creatividad, acción y servicio durante una semana en la costa ecuatoriana, fue el mayor desafío que he experimentado en mi vida.
En el mes de febrero del pasado año, representantes ecuatorianos y extranjeros de la organización del Bachillerato Internacional delegaron a la institución a la que sirvo, el Copol, la realización del I InterCAS de las Américas y V InterCAS Latinoamericano. Como representante del colegio el compromiso de organizar el evento era una honra pero, además, una responsabilidad muy grande. Contar con el compromiso de la comunidad educativa del país y de las tres regiones del continente fue el impulso necesario para dar inicio a la conformación de un comité local que respalde la gestión.
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Comulgamos inmediatamente con 7 compañeros de instituciones educativas como Ecomundo, Americano, TAO y SSCC. Empezamos a soñar en actividades y experiencias que redunden en un aprendizaje bilateral, por un lado los jóvenes estudiantes y por otro las comunidades que participarían en un encuentro de muchas culturas con un solo fin, conocernos y ayudarnos, bajo una maravillosa aventura que garantizaría que esta oportunidad sea única y que, anhelábamos, nos dejaría un buen resultado que apuntaría a ser mejores personas.
Llegó el gran día, las jornadas de más de 12 horas y de fines de semana completos debían empezar a dar frutos; empresas e instituciones se sumaron al esfuerzo y con gran responsabilidad social nos decían ¡Adelante! Su confianza era otro ingrediente que nos motivaba cada vez que teníamos que resolver cientos de problemas. La inauguración en un prestigioso teatro de la ciudad permitió dar el gran abrazo de bienvenida a 300 amigos extranjeros. Este evento evidenció la calidez y generosidad de nuestro pueblo, muchos acentos del español y otros idiomas marcaron el primer encuentro, que sirvió junto con la gran disposición de los visitantes a aprovechar cada minuto de su estadía y a vivir como familia por una semana en las casas de los padres de nuestros alumnos. Inmediatamente al día siguiente sumamos esfuerzos para la limpieza en la isla Santay, pues debíamos limpiar la isla junto con los colonos, el resultado: 200 sacos de yute llenos de botellas plásticas que el río trae de Guayaquil; algunos estudiantes reflexionaron acerca de esto “por qué no hacemos campañas para que la ciudad no bote basura al río”. Pues la limpieza de ese día solo iba a durar una semana porque, a la siguiente, la contaminación sería igual.
El segundo y tercer día viajamos a la comuna de Dos Mangas, a 7 km de Manglaralto, lugar en el que pusimos todo nuestro esfuerzo y despliegue de trabajo comunitario; teníamos que pintar la escuela del pueblo, dotar de una biblioteca y proveer de computadoras al laboratorio, participar de talleres con los artesanos del lugar para aprender a trabajar con paja toquilla y con tagua. También se programó un sondeo poblacional que determine las mayores necesidades de la comuna. Todo esto con una caminata por los senderos vírgenes del lugar. Pues los 900 pobladores, los 300 visitantes y amigos logramos un trabajo comunitario real y efectivo que evidenciaba la verdadera preocupación por el otro sin distingos de clase y sin intenciones proselitistas. Para mí fue el momento más significativo del encuentro: renunciar a las comodidades del mundo contemporáneo y hombro a hombro todos hacíamos nuestro mejor esfuerzo por el bien común.
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Finalmente llegó el tiempo de reflexión, espacio vital para consolidar las actividades, momentos en los que recibíamos grandes lecciones de chicos que pedían que en el próximo evento no consumamos agua embotellada para no seguir contaminando el ambiente. Fue también la oportunidad de un intercambio cultural en una presentación de las 12 culturas de los países visitantes; nos maravillamos con la creatividad de todos, con la juventud, la alegría de Latinoamérica que puso a bailar a todos en un momento inolvidable de compartir con representantes de las tres Américas un tiempo de aprendizaje que nos decía, esto es lo que necesitamos, un mundo mejor y más pacífico.
*Director CAS (Creatividad Acción y Servicio) - Bachillerato Internacional. Colegio Politécnico