Es común para los ecuatorianos que los candidatos o actores políticos en tiempos de campaña electoral nos brinden espectáculos cargados de sesgos cognitivos, prejuicios sociales y hasta falacias, asistidas todas por las más modernas técnicas de posicionamiento, persuasión y hasta manipulación propagandísticas.

Cómo nos podría afectar esta contaminación audiovisual: 1) distorsionando nuestras percepciones, que podrían llevarnos a juicios imprecisos e interpretaciones ilógicas, como por ejemplo el mesianismo político, 2) potenciando posturas y apasionamientos subjetivos, sin que existan argumentos suficientes para su sustento (el sexismo es uno de los más conocidos), y 3) las falacias que comúnmente se dicen en campañas políticas, se alimentan de premisas cargadas con sesgos cognitivos y prejuicios que las hacen parecer ciertas o lógicas.

De manera que trascender de la propaganda pagada, cobertura noticiosa y teatralidad de las tarimas al debate político serio e institucionalizado sería una apuesta por una ciudadanía capaz de detectar patrones de razonamiento o argumentos cargados de demagogia.

Wilmer Suárez Velásquez
Sociólogo, Guayaquil

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