Es impresionante cómo día a día se vuelve casi imposible encontrar un lugar para estacionarse, sobre todo en el centro de Guayaquil, y que no esté custodiado y administrado por seres humanos de cualquier edad y sexo, portando una franela roja y a quienes hay que obedecer en la forma de como parquearse y en dejarles el vehículo en posición neutro para que en el momento que estas personas quieran, lo empujen, ya que tienen los espacios milimétricamente repartidos para los clientes que ellos acepten.

Es desagradable, ya no somos libres de estacionarnos en el centro, sur o norte de nuestra ciudad, sin que los personajes de las franelas rojas aparezcan casi de la nada; ¿qué “cuidan”?, ¿si me roban o rayan mi auto, ellos me lo repondrán? ¿Cuándo reaccionará Guayaquil? ¿Cuándo las autoridades municipales y de tránsito tomarán cartas en el asunto? ¿Hasta cuándo los ecuatorianos seguiremos soportando abusos de gente que solo pasa en la calle recibiendo dinero por el simple hecho de portar una franela roja?, son dueños de las calles, colocan cajas o cualquier obstáculo que refiera que las calles son de ellos; ¿y nosotros, dueños de qué somos? Debe existir un método que elimine tener que rogarles que nos den un espacio para parquearnos, o de pedirles permiso para estacionar un vehículo en las calles de nuestra propia ciudad y que son de uso público.

Raquel Patiño Icaza,
ejecutiva bancaria, Guayaquil