Analistas dicen que hay contradicciones y “cortina de humo” en la decisión tomada por Ecuador.

El régimen del presidente Rafael Correa afirma que defiende la libertad de expresión y de prensa con el otorgamiento del asilo diplomático al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, pero quienes conocen sobre los ataques a periodistas y medios de comunicación en el país opinan que lo que se busca es contrarrestar las críticas internacionales recibidas precisamente por el irrespeto a esos derechos.

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El canciller Ricardo Patiño dijo el pasado jueves que para conceder el asilo al australiano, el Gobierno ecuatoriano consideró, entre otros aspectos, “que Julian Assange es un profesional de la comunicación galardonado internacionalmente por su lucha a favor de la libertad de expresión, la libertad de prensa y de los derechos humanos en general”.

También que “compartió información documental privilegiada que fue generada por diversas fuentes...”.

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Pero César Ricaurte, director de Fundamedios, organización que vigila y promueve el derecho a la libertad de expresión, dice que la labor de Assange, quien ha revelado miles de cables diplomáticos relativos a Estados Unidos, no es en sí mismo un trabajo periodístico.

A él le asombra que el Gobierno, que acusa a la prensa nacional de falta de ética y de mala práctica profesional, exponga como adalid de la libertad de expresión a Assange, cuando la información que ha revelado, dice, no ha sido conseguida de forma lícita. Ricaurte ve contradictorio defender al fundador de WikiLeaks en el contexto internacional, mientras en el plano local “se enjuicia a periodistas, se exponen fotos de comunicadores y se pide reaccionar contra ellos, se traba la labor de la prensa con leyes, se descalifica a los medios como ‘mercantilistas’, se prohíbe a los funcionarios estatales dar declaraciones o se dispone restringir la pauta publicitaria estatal como medida de castigo”.

Para el analista político y catedrático, Joaquín Hernández, Ecuador tiene todo el derecho de conceder el asilo a Assange y aunque no considera que el verdadero propósito del Gobierno sea mejorar la imagen ante la crítica internacional por los ataques a la prensa, sí sale beneficiado en ese sentido.

Pero Hernández aclara que en Europa, Assange no es bien visto por ser un hacker.

Para el Gobierno, de todos modos, la decisión sobre el asilo otorgado a Assange constituye una victoria para los derechos humanos y la libertad de expresión, según dijo el viernes el secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera.

Ese día el presidente Correa quiso diferenciar el caso del exhacker con el de la demanda que interpuso contra los periodistas Juan Carlos Calderón y Cristian Zurita, autores del libro El Gran Hermano y recordó que Assange está siendo cuestionado por haber revelado cables diplomáticos de varios países del mundo, entre ellos, Estados Unidos, donde podría ser condenado a pena de muerte.

Mientras que los autores del mencionado libro fueron juzgados, dijo, “por haber mentido” al asegurar que él sí conocía de los contratos que su hermano, Fabricio Correa, tenía con entidades del Estado.

“La difamación es un delito. En un Estado de derecho no se persiguen personas, sino delitos”, afirmó Correa.

En mayo pasado, durante la evaluación del Consejo Permanente de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ecuador recibió críticas respecto a la libertad de expresión. La mayoría fueron de parte de los países europeos, incluidos Gran Bretaña y Suecia; así como Estados Unidos y Australia, cuyas legislaciones internas cuestionó Ecuador al otorgar el asilo.

A nivel mundial también hubo reacciones a la aparición del Gobierno ecuatoriano como defensor de la libertad de expresión en el caso Assange.

El legislador demócrata Eliot Engel, miembro de la subcomisión del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, dijo a la agencia AP que Correa es consciente de su apuesta.

“El motivo sería pasar a encabezar el grupo que le mete el dedo en el ojo a Estados Unidos”, sostuvo Engel en referencia a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), que integran Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda y Cuba, y que ayer se reunió en Guayaquil. “(El asilo) no se debió simplemente a que Assange deba quedar en libertad o porque no se le deba perseguir”, dijo Engel sobre Correa. “Si este fuera el caso, ¿por qué persigue a sus propios periodistas?”, cuestionó.

El politólogo Vicente Torrijos, de la Universidad del Rosario, en Colombia, dijo que el asilo proporciona a Correa “una gigantesca cortina de humo con la que él pretende ocultar la forma en que trata a la prensa en su país”.

Calificó la decisión de Correa como una especie de “pragmatismo propagandístico”, que funciona bien entre las personas a las que les gusta ovacionar a quienes se enfrentan a Estados Unidos y a sus aliados.

Precisamente el régimen buscará mañana, en las calles, el respaldo que pidió ayer a nivel de los países de la ALBA y que espera lograr hoy entre los de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

La Secretaría de los Pueblos, que tiene rango de Ministerio, invita a la movilización “en defensa de nuestra soberanía nacional y respeto a los derechos humanos de todos los perseguidos políticos, representados hoy en la persona de Julian Assange”. El encuentro se realizará mañana a las 08:30 en la Plaza Grande, en Quito.

Textuales: Sustento oficial
Ricardo Patiño
Canciller de la República
“Julian Assange puede ser víctima de persecución política, como consecuencia de su defensa decidida a favor de la libertad de expresión y de prensa”.

Rafael Correa
Presidente de la República
“No hemos dicho que todo lo que ha hecho Assange, al menos yo no lo he dicho, ha sido por la libertad de expresión. Puede haber cometido una infracción, pero que se lo juzgue con el debido proceso”.