Recién vi la última película de Batman, que trata de la lucha entre un multimillonario (con dinero que no ganó por sí mismo), miserable, engreído a más no poder, se cree la única solución a los problemas del mundo, pasa por encima de los derechos humanos y del debido proceso, toma justicia por mano propia con la complicidad de las autoridades y engaña a la opinión pública (se sirven del caos para impulsar la “ley dent”, que permitía encarcelar sin juicio a los considerados villanos violentos), versus un grupo terrorista que desea el fin del sistema capitalista decadente y una reivindicación de la fuerza bruta y laboral, ante la propiedad privada y la propiedad intelectual.
Seguro de que muchos disfrutaron de la finísima violencia demostrada en la película, un monumento perfecto a la dedicación del hombre por entrenarse a sí mismo para crear cientos de avances científicos con el único fin de lastimar a otros seres humanos. Espero que algunos, no solo yo, hayamos quedado con un sabor a noticia del día de ayer, después de haber visto la película. Es un argumento que ya se ha visto en la realidad. Hay quienes pasan por encima de la ley porque tienen los medios, y si tienen un obstáculo, o lo destruyen o lo compran, o se inventan un motivo más fuerte para que el obstáculo parezca insignificante. Otro punto es la ausencia de civiles, solo importan los principales, Batman contra Bane, los policías vs. los terroristas, pero el pueblo y la sociedad civil no existe más que para ser víctima y gritar cuando explotan las cosas, porque no sirven para nada más. ¿Eres tú también parte de la escenografía que solo grita cuando las cosas explotan?
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Azael Moreno Columbus,
abogado, Guayaquil