Cómo no reconocer el carácter global de Guayaquil; sus avenidas, la incesante actividad económica de su gran puerto, su gente cosmopolita, su… En fin, son tantas cosas las que la hacen una ciudad de mundo.
¿Es esto suficiente para convertirla en una marca nacional que traspase fronteras y la haga reconocida internacionalmente? ¿Cómo se admiraría a la ciudad si se pudiera ir tranquilamente en bicicleta por vías destinadas para ello, o caminar a altas horas de la noche bajo arboledas que recorran perennes las calles de concreto, y sin la inquieta conciencia del miedo? ¿Y si sus parques fueran a más de espacios de distracción colectiva con amplias zonas verdes, lugares para apreciación del arte y realizar deportes? ¿Y si la música, la ciencia y la cultura se amalgamaran en programas perdurables y accesibles que engloben a todas las zonas y a todos sus habitantes para una integración? Guayaquil es más ciudad, pero aún adolece de graves heridas, no dudo que sea solo cuestión de tiempo y se haga más fuerte.
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Jorge Eduardo Peñaherrera Cabezas,
Guayaquil