Catarama y Ricaurte son dos parroquias del cantón fluminense Urdaneta. Están separadas por el río Catarama y unidas por dos puentes, uno carrozable y otro peatonal. Y, desde hace un año, están aún más unidas, pero por el dolor, por las consecuencias que dejó el “trago malo”, como llaman al licor mezclado con metanol, que allí causó la muerte de 20 personas y afectó a más de un centenar, una decena de ellas con secuelas irreversibles en su salud.