Las dos hileras de danzantes se mueven con armonía. Hacia afuera, hacia adentro, al centro. Es un ramillete multicolor de hombres y mujeres que se menean al ritmo de la tradicional canción La minga. El sol cae perpendicular al mediodía del viernes 22 de junio y a un costado del complejo arqueológico Ingapirca (Cañar) se festeja el Inti Raymi o Fiesta del Sol.
Los danzantes hacen que fluyan su destreza y su euforia contagiante. Pareciera que hubiesen nacido bailando música andina, que lo hubieran hecho por décadas. Pero son niños que no superan los 12 años.
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Los hombres visten poncho rojo, camisa blanca bordada, sombrero blanco, llevan alpargatas. Las mujeres, anaco multicolor en el que predomina el rojo; blusa y sombrero blancos, chalina roja.
Es el grupo Huayrapamushca, integrado por alumnos de la escuela Cañar Dumac de la comunidad Huayrapungo. Este abre el segundo día del Inti Raymi de Ingapirca, jornada en la que desfilan unos quince grupos por un escenario de tierra cubierta con aserrín.
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La característica de esta jornada: los integrantes de las comparsas son niños y adolescentes. Así, la Fiesta del Sol del Ingapirca, que coincide con el inicio del solsticio de verano del 21 de junio de cada año y que se celebra en decenas de comunidades de la Sierra ecuatoriana, tiene su sello de rejuvenecimiento, de retoño, de resurgimiento.
Desde los ochenta y hasta el 2005, el Inti Raymi de Ingapirca rebasó fronteras, se internacionalizó. Cientos y hasta miles de turistas acudían cada año al principal complejo arqueológico ecuatoriano para ser partícipes, de entre otras actividades, del concurso internacional de danza con delegaciones de hasta 20 países.
Pero disputas internas entre comuneros y miembros del Instituto Ingapirca del Pueblo Cañari acabaron con la fiesta, que se trasladó al cantón Cañar, a 16 km del complejo. Así, entre el 2005 y el 2009 desapareció la fiesta en el Muro o pared del Inca, significado español de Ingapirca. De esa agonía, la fiesta resucitó en el 2011, cuando se retomó la celebración. Esto, una vez que asumiera la administración del complejo arqueológico el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), mediante el Decreto 507 del actual Gobierno.
Y ya en este 2012, la participación infantil y juvenil hace que renazca la tradición, pero aún hay poca presencia de turistas en relación con décadas pasadas. En la jornada infantil del viernes 22, por ejemplo, los asistentes, algunos colgados en los cerros circundantes al escenario, son en su mayoría comuneros. “Recién desde hace dos años comenzó esto y por eso no es tan bueno, pero va mejorando. Deben invitar a más grupos y motivar”, dice Segundo Romero, del grupo de danza Juventud Latina, que participa por la escuela fiscal 14 de Octubre de la comunidad Vallepungo. Ellos, ataviados con zamarros y otros trajes autóctonos en los que predominan el negro y el blanco, presentan una pieza dancística que incluye una ofrenda al Sol por parte de las mujeres con canastos de flores.
El grupo Ñuna Llacta (madre tierra), de la comunidad Vendeleche, es el que tiene a los integrantes más pequeños. Los niños y niñas no superan los 8 años. Pero su maestría para danzar hace que parezca que fueran de mayor edad.
Quizá por eso, Marcelo Quishpe, gerente del Complejo Arqueológico Ingapirca, considera que el Inti Raymi de este ícono de la etapa incásica y cañari está floreciendo. Asegura que no se trata de convertir el evento solo en un festival de música y danza, sino en la oportunidad de expresar la cultura cañari. “Los participantes vienen a expresar su identidad”.
Agrega: “No son rituales para el turista, sino para energizar a quienes son parte de la fiesta... Los de aquí vienen a recordar sus raíces; los de afuera, a conocer esas expresiones”.
Esa transmisión de la energía comienza con el ritual de los curanderos. Antes del baile, el sonido del churo y los tambores se disipa desde un escenario formado en la tierra con flores, frutos, agua, comida, y se extiende por las montañas, por el río Silante, cuyas aguas corren bajo la mirada de la cara del inca, una formación rocosa que se asemeja a un rostro.
En ese ritual, Mercedes Chuma, una curandera considerada líder espiritual, sopla brebajes, esparce agua y canta en quichua una melodía dedicada al Sol y a la Tierra.
Pablo Acero, pariente de la mujer, traduce y canta en español: “Vengo de la montaña, donde el viento sopla en libertad, donde vivimos en libertad, pero donde estamos perdiendo la naturaleza. Entonces, cuidemos los ríos, las montañas y todo. Abuelo, escucha, abuelo, ayuda...”.
Los niños participantes escuchan atentos, asimilan. Luego, en las danzas, ellos también rinden su homenaje al Sol, a la Pacha mama, como lo hace el grupo de la comunidad Cebadas, de la escuela Daniel Clavijo, con su pieza La vaqueada.
En esta, unos niños bailan, otros teatralizan al patrón de la hacienda, otros hacen de vacas. La música es en vivo, con el grupo Los Viajeritos Cañaris, cuyos vocalistas Manuel Yupa y Manuel Tenesaca interpretan una especie de coplas al ritmo de La venada.
Antes de terminar su danza, las niñas reparten comida y chicha a parte de los presentes. Los cantantes hacen que el público se emocione con su estribillo: “Cuando se acabe la fiesta / cuando se acabe la fiesta / borrachito te has de quedar / hay eso sí...”.
Y la gente aplaude más. Santiago Guamán, profesor bilingüe que dirige La vaqueada, dice que aspira a que esta fiesta se reafirme con el paso de los años. “Empieza a florecer esto; da emoción ver a los niños bailando con gusto, pero hay que trabajar muchísmo en el rescate cultural y de nuestra cosmovisión”, afirma.
Apuntes: Inti Raymi
Fiesta termina hoy
Hasta hoy se celebra el Inti Raymi de Ingapirca, que comenzó el pasado jueves. La fiesta terminará con un concierto ceremonial. Ayer se tenía prevista la participación de grupos de danza de algunas provincias del país. La entrada al complejo arqueológico cuesta $ 2 para turistas nacionales y $ 5 para los extranjeros.
En otras provincias
En Imbabura, comuneros de los pueblos indígenas otavalos, caranquis, cayambis y natabuelas realizaron un recorrido simbólico por las principales calles de Ibarra, con el fin de dar a conocer la connotación del Inti Raymi.
En Pelileo (Tungurahua), para ayer se contemplaba el desfile cultural del Inti Raymi. Actividades similares se vivieron en las provincias de Azuay y Cotopaxi.