Para afrontar la serie final de la Zona Americana de Copa Davis de 1967 contra Ecuador, Estados Unidos trajo a sus mejores tenistas de esa época: el afroamericano Arthur Ashe, quien en esa temporada tenía 24 años y lideraba a su equipo. Con su nombre se bautizó el estadio, construido en 1997, del complejo donde se juega el US Open.