Paúl Tapia Goya
Guayaquil.- La corrección política o "lo políticamente correcto" se refiere a aquellos términos que buscan reducir las ofensas a grupos étnicos, culturales, religiosos, o con disfunciones fìsicas por medio del uso de eufemismos.

El término se aplica también, en un sentido más amplio, para referirse a la terminología oficial de cualquier ortodoxia.

El correctismo político es aludido hoy a una connotación peyorativa o irónica por quienes expresan preocupación de que el discurso oficial esté plagado por palabrería creada para racionalizar la corrupción, justificarla o acolitar la impunidad con lindas palabras.

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Tal es el caso del ministro del Interior, a quien no le gusta que llamen "espionaje" -sino inteligencia e intercepción- a las tareas de espionaje del poder, y por ello exige, muy enojado, que solo usen los términos correctos.

El oficialismo ha hecho así del hiper correctismo político un arte maquiavélico, poniendo revolucionarios membretes a males endémicos con el fin de invisibilizarlos y hacerlos aparecer como inexistentes, como si no estuvieran allí, tras pantallas de humo.

El afán electoralista del Gobierno y sus miembros llega así a un paroxismo propagandístico, donde solo se deben usar los términos "correctos", es decir, la terminología oficial, la verdad única del poder que su empresa electoral, revolución ciudadana dicta por los medios públicos del Gobierno.

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De lo contrario, como dice el citado ministro, "mejor envíen nomás las preguntas por escrito y yo les contesto con las palabras que son".

Paúl Tapia Goya,
Guayaquil