Son las 16:15 del lunes pasado y en la Plaza Grande, en el centro de Quito, la gente comienza a correr porque en el cielo se dibujan negros nubarrones. Solo un grupo vestido con traje militar, ponchos de agua color verde y cintas en las cabezas no se inmuta; permanece en los alrededores del Palacio de Carondelet con pancartas y banderas.