Como se condenó a morir al Hijo de Dios crucificado, también hoy condenamos a morir a diario a millones de inocentes. Muchísimos sucumben a sus vidas destrozadas, abandonados en su hambre, su droga, su soledad y su marginación…

Madres sangran por dentro porque tampoco hoy podrán alimentar a sus hijos. Madres que recogen en su corazón todo el dolor de sus familias que lloran en silencio y solo tienen amor, mucho amor. Padres de familia en paro, que no tienen ninguna oportunidad de encontrar trabajo. Familias enteras que han perdido la vivienda porque no han podido hacer frente a la hipoteca.

¡Cuántas personas sufren por la injusticia, por la mentira…; en definitiva, por la inhumanización! Mientras los que han provocado toda esta injusticia viven a todo plan, sin que nadie les reclame nada; “daños y perjuicios” como dicen en mi pueblo.

Publicidad

También hoy, después de 2.000 años, Jesús es condenado a muerte.

Josefina Galán,
Málaga, España