Espigado, de contextura atlética y sonriente en todo momento, Cristian Pesántez Bisanti enseña clases de patinaje artístico a decenas de niños y niñas en el complejo deportivo La Salle, en la ciudadela Mirador del Norte.
Pese a que posee doble nacionalidad, porque nació en Venezuela, país de donde es oriunda su madre Rosalba Bisanti, y estuvo radicado desde los 8 años en Cuenca, ciudad natal de su padre, Pablo Pesántez; Cristian representó al Ecuador en competiciones nacionales e internacionales durante la mayor parte de su vida.
Publicidad
Su carrera deportiva empezó a los 8 años, cuando practicó el patinaje artístico en un curso vacacional organizado por la federación de esta disciplina en Azuay.
Luego de esto se formó en la escuela de patinaje artístico que abrió Carlos Chonillo Robles en la Atenas del Ecuador.
Publicidad
“En el 2000 fui por primera vez campeón nacional y pude viajar a Chile y Argentina por temporadas largas a entrenar y vieron que yo tenía talento. Pude adquirir el implemento adecuado y ahí empezó todo”, menciona Cristian con el característico acento cuencano.
En el 2001 obtuvo medalla de oro y plata en el torneo realizado en Chile, denominado Copa de la Amistad. Además comenta que le tocó representar al Ecuador internacionalmente en tres sudamericanos, dos panamericanos y un mundial de patinaje.
“Pero fue en categoría sénior que era de adultos, en la que fue muy complicado. Tuve que sacarme el aire, pero el transcurso de esos cinco años para mí fue el reto de tener el nivel internacional que tenían ellos”, manifiesta Pesántez.
Entre viajes a competiciones o a clínicas deportivas y entrenamiento, Cristian Pesántez logró tener un alto nivel de competitividad y alcanzar una calificación internacional de 8,89/10. Sin embargo, en pleno momento de alto nivel y de medallas para nuestro país decidió tomar una dura decisión: dejar de patinar en competiciones para dedicarse a enseñar.
“Desde hace seis años ya no soy deportista, solo me dedico a dar clases en mi escuela de patinaje, porque falleció mi entrenador (Carlos Chonillo) y se cerró la escuela en Cuenca”, lo recuerda con nostalgia.
Ahora, en su nueva etapa como profesor de patinaje, Cristian admite que ha alcanzado una madurez que lo ha llevado a ser estricto con sus alumnos durante las clases y a dedicarse de lleno a su escuela que lleva su mismo nombre. “No he pensado en volver a las competencias, yo decidí dejarlas”.
Constantemente viajaba a Guayaquil para dictar conferencias o cursos, pero en el 2006 se le abrió la oportunidad de venir a trabajar acá y no la desaprovechó.
“Mis padres siempre vienen a visitarme, paso viajando y tengo esa facilidad de acoplarme a cualquier lugar que voy”, señala.
Estudió en el Colegio Hermano Miguel La Salle en Cuenca durante los trece años, y el vínculo entre los hermanos lasallanos y él es muy apegado, por lo que siempre le dieron facilidades para que ocupe las instalaciones del complejo deportivo La Salle acá en Guayaquil para que pueda enseñar patinaje.
“Yo fui gloria del deporte de La Salle porque representé al país durante muchos años y siempre hubo ese vínculo y mi agradecimiento hacia ellos (hermanos lasallanos) porque siempre me apoyaron”, manifiesta orgulloso este deportista de 28 años.
Su forma de ser
Se graduó de la especialidad FIMA, pero admite que no le gustó para nada. “Si elegía Química tenía que estudiar mucho y no tenía tiempo de estudiar, a mí más me gustaba lo práctico y yo soy malo para aprenderme de memoria un texto, soy pésimo”, lo dice riendo.
Estudió Administración de Empresas en la Universidad del Azuay, pero tampoco le gustó. “Me metí a eso porque mi padre tiene una empresa de condimentos y él quería que la administre. Me metí tanto en el deporte que no sabía qué diablos seguir en esa universidad, porque nada tenía que ver con lo mío”.
Pesántez se considera exigente con sus alumnos, porque ellos necesitan concentración para aprender todas las técnicas y movimientos artísticos propios del patinaje que él les enseña.
Siempre se muestra sonriente y relajado con todos. “Rara vez me pueden ver enojado, soy de los que no guardo rencores o resentimientos y si me molesto con alguien me dura cinco minutos”. Es de los que farrea muy poco, “soy más hogareño”, indica.
Cristian también soñaba con el canto, estudió música durante tres años, por ahora ha hecho una pausa y más adelante piensa “tomarlo más en serio”. Toca guitarra como un hobby y suele cantar en ocasiones.
Dicen de él
“Aparte de ser mi entrenador es un gran amigo con el que se puede contar siempre. En los entrenamientos es muy estricto”.
Jharitssa Gilbert
17 años. Amiga de Cristian y profesora de patinaje.