Cuando la gira ATP se traslada a EE.UU., luego del Abierto de Australia, sus dos torneos más importantes son, sin duda, Indian Wells y Key Biscayne. Se juegan en California y Florida, dos de los estados más productivos en cuanto a tenis para los norteamericanos; de ellos han surgido o se han formado muchos de los mejores tenistas de ese país.
Ambos han sufrido cambios de sede, desde sus inicios, hasta encontrar el lugar que más acomode a sus necesidades; empezaron como torneos solo masculinos y de una semana, y han pasado a ser de doce días y para hombres y mujeres con cuadros de 96 jugadores.
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Mission Hills, en el desierto de Palm Springs, fue el primer lugar donde se jugó el torneo californiano y creció de tal manera que pronto hubo que trasladarlo a La Quinta Inn Hotel, donde se hizo un estadio para 7.500 personas. Luego de seis años hubo que llevarlo al Grand Hyatt Champions, con aforo para 10.000 seguidores, ya en la zona de Indian Wells.
En este lugar ya se unió el circuito femenino de la WTA y luego de una década, viendo sus expectativas excedidas, se mantuvieron en el mismo lugar, pero ya con un complejo de tenis enorme con un estadio para 16.000 espectadores con todos los lujos imaginables y en un ambiente de relax total.
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Todos estos avances hacen que la parada de Indian Wells no solo sea atractiva para jugadores, fanáticos y prensa mundial, sino que hoy es el torneo donde más público en el mundo asiste a presenciar partidos, luego de los Grand Slams.
Los tres primeros años no gané un partido en los doce torneos en que participé en Europa, pero el aprendizaje y la práctica ayudó a desarrollar mi juego hasta que finalmente pude adaptarme. Por ningún motivo no jugaría Indian Wells en estas épocas, sería sin duda uno de mis torneos favoritos, ya que siempre me gustó California.
Estuve en Indian Wells por primera vez en el 2004, invitado por la ATP, y en un solo día con mis hijas vimos competir a Maria Sharapova, Victoria Azarenka, Juan Martín del Potro, David Nalbandián, Roger Federer y Rafael Nadal, además de estar en la práctica de muchos otros. ¡Qué más puede pedir un fanático del tenis!
Terminado este torneo rápidamente la atención se centra en Key Biscayne y Miami. Tuvo su primera edición en Delray Beach y era conocido como el Player’s Championship. Luego fue trasladado a la zona de Boca West y reubicado en el condado de Dade en la ciudad de Key Biscayne en el Crandon Park.
Ahí encontró lo que sería: su sede permanente. Comenzó con un estadio de graderíos temporales y los jugadores usábamos tráileres como camerinos, carpas como lugar de distracción y comidas, pero no importaba: era nuestro torneo.
Al comienzo quiso ser como un Grand Slam, y de hecho lo llamaban ‘el quinto Slam’, y fue un éxito desde el inicio, a tal punto que se aprobó la construcción de un estadio permanente a pesar de conflictos con residentes de la zona.
La cantidad de tenistas que me ganaron en este certamen, que eran o fueron número 1 del mundo, fue increíble. Así como me tocó ganar muchos partidos, nunca pude pasar a los cuartos de final, ya que en distintos años me quedé ante Jimmy Connors, Iván Lendl, Mats Wilander, Andre Agassi y Jim Courier en los octavos.
Pero el inminente sabor latino se trasladaba a las canchas. Grupos de ruidosos fans de Brasil, Argentina, Perú y Ecuador, residentes de Florida o visitantes que llegaban para el torneo le daban ese cariz de fiesta, color y sabor que rápidamente el gringo aprendió a compartir.
Estos torneos se deben, y es justo reconocerlo, a dos grandes exjugadores a quienes debemos estar agradecidos: Charlie Pasarell, en California, y Butch Buchholtz, en Florida.
¡Sigamos disfrutando!