Además de la rememoración que sugiere esta fecha por los nacimientos de figuras nacionales como José Joaquín de Olmedo Maruri (1780), José María Urvina Viteri (1808) y José María Velasco Ibarra (1893), es justo rendir tributo de admiración a otros íconos de la cultura patria que, sin haber nacido un 19 de marzo, tuvieron como nombre el de san José –esposo de la Virgen María y padre putativo de Jesús– o sus equivalentes femeninos Josefa o Josefina, entre los más conocidos.

Ejemplo de esto último fueron el inventor guayaquileño José Rodríguez Labandera, el poeta manabita José María Egas Miranda, el escritor José de la Cuadra, el sacerdote azuayo José María Vargas Arévalo, la heroína Josefina Barba y otros tantos que hacen extensa la lista de Pepes y Pepitas de la memoria ecuatoriana.

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Olmedo Maruri, guayaquileño, fue jurisconsulto, prócer, poeta y orador que desplegó ejemplar y pionera obra cívica. Figura central de la revolución del 9 de Octubre de 1820 y del Congreso Constituyente de noviembre del mismo año, dirigió su labor a la total liberación de la Presidencia de Quito (1822), alentó la revolución del 6 de Marzo de 1845 e integró el triunvirato tras ese triunfo nacionalista.

Considerado un forjador de la nacionalidad, brilló en las cortes de España, ejerció la Vicepresidencia de la República en 1830 y destacó por su obra literaria. Murió en esta ciudad el 19 de febrero de 1847.

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Urvina Viteri nació y fue bautizado en Quito, según muchos biógrafos. De adolescente arribó a Guayaquil, siguió la carrera naval y protagonizó decisivos combates; ingresó al ejército y logró rápidos ascensos. Participó en jornadas políticas. Falleció en Guayaquil en septiembre de 1891.

José María Velasco Ibarra llegó a la primera magistratura del país en cinco ocasiones, pero solo concluyó una; aun así mostró afán de servicio al Ecuador. Humanista, escritor, periodista y notable orador, diputado y político, doctor en jurisprudencia por la Universidad Central y estudiante de Filosofía del Arte y Derecho Internacional en La Sorbona y el Colegio de Francia. Fue docente universitario en el país y exterior; como periodista usó el seudónimo Labriolle.

Entre sus libros constan Cuestiones americanas, Democracia y constitucionalismo, Meditaciones y luchas, Conciencia y barbarie, Estudios varios. Su nombre aparece en biografías de publicaciones de todo el mundo. Murió en Quito el 30 de marzo de 1979.